"Qué significa de que Jesús, haya renunciado a sí mismo".
“Haya pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se DESPOJÓ así mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se HUMILLÓ a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre…” Filipenses 2:5-9
¿Cuál hubiese sido la reacción de un rey o presidente de una nación si se le hubiese pedido que renunciara a su mandato, sus riquezas, su notoriedad, su prestigio, su poder, sus fueros y múltiples ambiciones en beneficio de su pueblo? Creo poder imaginar la respuesta, ¿no? Sería demasiado alto el costo, demasiado sacrificio que no estaría dispuesto a asumir.
Pero aunque cueste creerlo, hubo alguien que sí lo hizo y esa persona es Jesús, que siendo Rey de reyes y Señor de señores se despojó a sí mismo tomando forma de siervo. Si leemos el mismo pasaje presentado en Filipenses 2:7 de la versión de la NVI (Nueva Versión Internacional) en inglés, aún es más crudo: “se hizo nada, se transformó en nada” (he made himself nothing).
Y esto es lo que me gustaría compartir en esta fecha tan especial en donde se recuerda la muerte y posterior resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Que implica precisamente el hecho de que Jesús haya “renunciado a sí mismo”.
En los primeros capítulos del Génesis se nos relata cómo el hombre y la mujer fueron creados para actuar en libertad y para darle toda la gloria al Creador y gozar de Él eternamente. Sin embargo, en un determinado momento fueron engañados y tentados por una “falsa voz” en la cual creyeron y obedecieron y no precisamente fue la voz de Dios.
Por consiguiente, Dios apartó Su rostro de ellos, perdieron su libertad y sobrevino la muerte (= a separación) física y espiritual. Entró el pecado en el mundo, y no solamente para ellos sino para todos los que vendrían atrás. La humanidad entera.
Sin embargo de tal manera amó Dios al mundo, que entregó a su único hijo, Jesucristo, quien por AMOR, voluntariamente se despojó “así mismo” para salvación de muchos. (Juan 3:16).
Quizás algunos hayamos llegado a pensar que podría haber existido un camino alternativo, sin embargo no había otra ruta posible. No hubo una colectora para tomar. Cristo tuvo que despojarse, desprenderse de sí mismo, dejar los lugares celestiales, renunciar a sus fueros y a su condición de Rey (Apocalipsis 19:16) para humillarse y venir a este mundo para encarnarse como hombre y a vivir como hombre.
Se sujetó a espacio, tiempo y limitaciones humanas, pero…había una diferencia sustancial en Él, y es que fue engendrado sin pecado alguno. Esto hizo su humanidad única y diferente, nadie lo obligó, todo fue un acto voluntario a despojarse de sí mismo y murió en la cruz por nuestros pecados para que no tuviésemos que enfrentar la muerte eterna. Entonces Dios Padre lo glorificó por su obediencia, Dios lo levantó a su posición original y sentado está a la diestra del Padre (como reza el Credo Apostólico), desde donde reinará por siempre como nuestro Señor y Juez.
El Señor Jesús vino como “sustituto” a redimir y en este acto voluntario de redención, (porque fue una opción, una elección personal, no fue obligado) hay un tremendo, incomparable e incondicional “amor” hacia la humanidad. Tan grande es su amor “…que nos guarda como a la niña de sus ojos…" Salmo 17:8 y “…en las palmas de sus manos estamos grabados…”. Isaías 49:16.
Jesús tuvo que anonadarse y renunciar a sí mismo para liberar a muchos de esa esclavitud y muerte eterna, a la cual estaban atados y destinados. Creo que como cristianos muchas veces nos cuesta comprender la magnitud y la verdadera dimensión del sacrificio que Jesús (siendo Santo) tuvo que hacer por una humanidad caída, perdida, equivocada.
Ésta es la razón por la cual Cristo se vació, renunció a sí mismo.
Jesucristo vino a unir lo que se había separado, vino a unir a Dios Padre con la humanidad. Aceptemos Su sacrificio Santo con gratitud y con amor y démosle toda la gloria, la honra y honor siempre a Él. Amén.