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“El único DIGNO resucitó al tercer día de entre los muertos”

Estando el apóstol Juan en el espíritu, recibe una visión del cielo, en donde ve a Dios sentado en su trono con su brazo derecho (brazo de poder) extendido y sosteniendo en su mano un libro escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos; “El libro del Destino de la Humanidad”.


Dios aguardaba con Su brazo extendido a que apareciese alguien digno para que lo abriese. Sin embargo nadie fue encontrado digno, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, para que lo pudiese abrir. Ante tal espectáculo, Juan llora desconsoladamente, hasta que uno de los ancianos presente, le dice: “Juan, no llores más, porque el León de la tribu de Judá, la Raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”. (Apocalipsis 5:5) Ante tal sorpresa, su llanto y tristeza se tornaron en alegría y esperanza.


Entonces Juan ve junto al trono a un Cordero de pié, como inmolado. ¿Cómo entendemos esto, no acababa un anciano de decirle que el que había vencido era el León de la tribu de Judá? Como puede ser este contrasentido; León-Cordero, símbolos diferentes, opuestos. ¿Qué contraste no? Cuando el león es sinónimo de autoridad, bravura, mando, y poder, contra la de un cordero, encima sacrificado, inerte.


Pero a este Cordero se lo ve en pie, victorioso con características y cualidades de león, porque es un Cordero que vence a pesar de su muerte y salva a través de su muerte. Este mismo Cordero que fue encontrado por Dios como el único DIGNO es el que se acerca al trono mismo de Dios sin ser invitado o esperar autorización para poder hacerlo (en la antigüedad este proceder hubiese provocado la muerte del arriesgado ya que era imposible acercarse al rey, o llegarse a él sin ser aprendido y llevado a muerte).


Y no solamente que llega al trono sino que también toma de la mano derecha de Dios “El libro de la Vida”. Y todos los ancianos, los seres vivientes y los ángeles pasan a adorarlo ante la presencia de Dios Padre. Con este paso todo se hace nuevo para la humanidad. El Cordero se revela como el CRISTO RESUCITADO.


Este es el verdadero Cordero inmolado que viene a traer la definitiva liberación de la esclavitud.


El derecho del Cordero de abrir los sellos no se fundamenta en su divinidad eterna como Hijo de Dios ni en su calidad de Creador, sino en su obra salvífica en la cruz y en su resurrección.


¡El Cordero es Rey, el Cordero es Señor, el Cordero es Dios!


Elevemos una oración de gratitud y agradecimiento por su sacrificio.


¡Que toda la gloria, la honra y la alabanza sean a Él para siempre!

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