Paradojas del Ministerio
Llegar a Cristo, y perseverar en Él, es todo un desafío para el cristiano.
Quizás hayamos pensado en algún momento que por estar y ser discípulos de Cristo, todo resultaría de maravillas y saldría todo bien. Sin embargo, todo tiene un precio. El ser cristiano no está exento de dificultades, momentos difíciles y penosos.
Ejemplo de esto, lo vemos en nuestra reflexión de hoy (2 Corintios 6: 3-10) donde muestra los conflictos y privaciones de Pablo. Pablo, destacado estudioso de la Ley y defensor acérrimo de la ortodoxia judía que su celo lo llevó a perseguir a los cristianos, ahora nos exhorta a vivir y actuar de manera conveniente al carácter de siervos de Dios. Pablo lo hizo así con mucha paciencia en las aflicciones, actuando sobre la base de buenos principios, y con el debido carácter y conducta.
Las aflicciones, privaciones y angustias de Pablo no fueron obstáculo para amedrentar su perseverancia. Esta es una gran paradoja. El verdadero maestro no sale corriendo ante las dificultades ni adversidades. Más bien les hace frente, no se acobarda y lidia con ellas.
Pablo en sus distintas cartas ha expresado que ha recibido azotes, prisiones, desvelos y ayunos. También es una gran paradoja, el ser usado por Dios y ser azotado por la vida. Pablo reconoce que todas estas experiencias de dificultades, aflicciones, etc, han sido utilizadas por Dios para forjar el carácter de Cristo en él. Creció en paciencia, pureza, bondad y conocimiento de Dios; frutos del Espíritu.
Los creyentes necesitamos diariamente la gracia de Dios para armarnos contra las tentaciones de toda índole que nos son ofrecidas por el enemigo a pagar con todas las tarjetas de crédito y en cómodas cuotas. A diario somos observados por incrédulos y creyentes, y no debemos permitir que nuestras acciones descuidadas e indisciplinadas sean excusa para que alguien rechace a Dios o mal interprete Su palabra. Debemos cuidar en extremo ser ocasión de tropiezo para otros. Pablo se mantuvo fiel y gozoso de Dios aun en las situaciones más difíciles.
Fue vituperado y reconocido, azotado y no muerto, entristecido pero gozoso, no poseía nada material pero en Cristo lo poseía todo, y todas estas cosas provenían del Espíritu Santo. El que no conoce a Cristo no posee nada, mientras que el conoce y tiene a Cristo lo posee todo. El apóstol Pablo vivió esa paradoja, fue el apóstol más usado por Dios, pero a su vez, el más perseguido. Porque un colaborador de Dios está dispuesto a darlo todo por Su causa.
El trabajar para Dios no es garantía de bendiciones materiales como el mundo lo ve o se suele vender, pero sí tiene las garantías espirituales, “Pues tantas como sean las promesas de Dios, en El todas son sí; por eso también por medio de El, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros” (2 Corintios 1:20). Los creyentes nada tenemos en nosotros mismos, pero poseemos todas las cosas en Cristo Jesús.
Mediante la oración pidamos a Dios permanecer firmes en el camino de santidad como el apóstol Pablo, quien supo vivir en pobreza y en abundancia, y aún siendo encarcelado, azotado, vituperado, nunca perdió el gozo de tener y servir perfeccionándose en santidad en el temor de Dios.