Cuando nos preocupa tomar la decisión correcta.
Tomamos decisiones todo el tiempo. Algunas tendrán mucha o poca trascendencia, pero todas cumplen un patrón similar, y es el desafío ante una situación desconocida. En la mayoría de los casos implica abandonar nuestra zona de confort, nuestra zona segura, lo cotidiano, lo acostumbrado.
Dios señaló a Moisés para que fuese el liberador de su pueblo, Israel, el cual llevaba años de esclavitud en Egipto. Llegado el momento en que Dios le presenta el plan a Moisés, Moisés se muestra reticente a obrar en consecuencia.
¿Por qué le costó tanto decidirse cuando Dios mismo era el que se lo estaba encomendando y tenía Su aval? ¿Por qué dudó y puso tantos “peros” hasta que finalmente tomó la decisión de ser el colaborador de Dios? ¿Qué es lo que puso en tela de juicio Moisés que retardó su decisión?
Cuando Dios se le aparece a Moisés en la zarza ardiente estaba exiliado en la tierra de los madianitas viviendo una vida apacible junto a Séfora, su esposa, sus hijos y Jetro, su suegro, sacerdote de Madián. Moisés trabajaba cuidando el rebaño de su suegro y todo transcurría tranquila y plácidamente, hasta que Dios le encomienda regresar a la tierra de Faraón (desde donde había huido años atrás por matar a un guardia egipcio) para liberar a los hijos de Israel del cautiverio en Egipto.
A pesar de la envergadura de la misión, Moisés titubeó y no se decidía. Se mostró reticente, puso “peros” y comenzó a cuestionar a Dios, a pesar de las señales que mostró para convencerlo.
El primer cuestionamiento de Moisés a Dios fue: ¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto? Éxodo 3:11 ¿…ellos no me creerán, ni oirán mi voz…? Éxodo 4:1
Respuesta de Dios: Dios le mostró tres señales: la vara de Moisés, la mano blanca de lepra y el cambio del color del agua (Éxodo 4: 2-9).
El segundo cuestionamiento: “…Señor, nunca he sido hombre elocuente…porque soy tardo en el habla y torpe de lengua”. Éxodo 4:10
Respuesta de Dios: “Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar”. Éxodo 4:12
Tercer cuestionamiento: “Te ruego, Señor, envía ahora el mensaje por medio de quien tú quieras”. Éxodo 4:13
Dios estaba preparando a Moisés para que tomase la decisión más importante de su vida pero a pesar de ello Moisés se excusó una y otra vez con Dios porque se sentía incapaz para la tarea que le estaba encomendando. Dios lo estaba preparando para liberar a Israel de las garras del Faraón y para liderar a Su pueblo a la tierra prometida.
Cuantas veces nos hemos sentido en una situación similar. Cuantas veces la vida nos pone delante de situaciones en las cuales debemos tomar una decisión importante, pero por temor, faltos de fe y oración damos vueltas y vueltas a la cuestión y dilatamos esa toma de decisión.
Si llegásemos a comprender cuanto Dios nos ama y que entregó a su único Hijo para salvación de la humanidad; llegaríamos a entender que Él nunca abandona a sus hijos y menos en la toma de una decisión. Dios no nos deja solos. Dios nos capacita, nos da herramientas para tomar la decisión correcta. Dios no empuja u obliga, sino que acompaña y da señales en la toma de una decisión.
Muchas veces somos movidos por Dios a salirnos de nuestra zona de confort, para emprender nuevos desafíos y esto requiere de valor para encarar la toma de decisión, que en algunos casos suele tener un alto precio.
Pero al saber que Dios está involucrado, no dilatemos la decisión, no busquemos o creamos escusas, no nos ocultemos detrás de nuestras deficiencias, o nuestros temores, o veamos fantasmas que no existen, como le sucedió a Moisés. Como así tampoco tomemos una decisión a ciegas, de manera irracional y apresuradamente, sin haber sido previamente puesta en oración.
La toma de una decisión, puesta en oración, tendrá la garantía y el sello de Dios.
Tengamos ánimo y esperanza. De la misma manera que estuvo Dios con Moisés brindándole los recursos y acompañándolo, estará con cada uno toda vez que confiemos y pongamos nuestra toma de decisión, en oración.
Moisés, en la tierra de los madianitas, contaba con todo para sobrevivir, todo estaba bajo control, sin embargo había mucho más esperándolo afuera de su zona cotidiana, de comodidad. De la misma manera que Moisés aceptó el desafío y tomó la decisión de seguir el plan de Dios, lo mismo sucederá con los que confiamos en el Señor y ponemos en Sus manos la toma de una decisión. ¡Algo bueno vendrá siempre, pues viene de Dios! Y porque “…sabemos que… los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien…” (Romanos 8:28).