El Poder del Perdón - (III - Última Parte)
¿Cuál es el mejor momento para perdonar?
Debemos perdonar en obediencia a Dios. No hay que focalizarse en el tamaño de la herida sino en que tan grande es el poder de Dios que está en mí que me permite cauterizar esa herida. Hay un dicho de (Alexander Pope) que dice: “herrar es humano y el perdonar es divino”, sin embargo nosotros nunca nos parecemos más a Dios cuando perdonamos y nos parecemos más al hombre cuando no perdonamos. Y está en nosotros saber a cual queremos parecernos, a quien yo quiero reflejar si a Dios o al hombre.
Cuando le confieso a Dios en oración que tengo problemas y me cuesta perdonar a alguien, cuando le demuestro mi debilidad, entonces Dios que pone el sentir y el hacer en el corazón (Filipenses 2:13) vendrá en nuestra ayuda. Esta es una relación muy íntima con Dios que me permite ver a Dios no solamente como juez sino como mi Padre, con sensibilidad, que me entiende.
¿Cuál es el mejor momento para perdonar?
El mejor momento para perdonar es hacerlo ahora y no dejar pasar el tiempo o que la persona ya no esté más. Es muy gratificante para la persona que recibe el perdón, sentir ese bálsamo, esa dulzura y apreciar la liberación que es el hecho de ser perdonada.
¿Qué pasa si una persona incurre en la misma falta? ¿Perdonaríamos nuevamente?
¿Cuántas veces vamos a Dios y pedimos perdón por nuestras faltas y nos perdona? De la misma manera no debemos cansarnos de perdonar. Pedro preguntó a Jesús cuantas veces debía perdonar y “Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18:22). El hecho de perdonar no significa o deberíamos pensar que de ahí en más la persona cambie. Yo no perdono para que esa persona cambie, yo perdono porque Dios me pide que lo haga. El perdonar tiene un poder sanador que es doble. El que perdona, se libera y se somete a Dios y el que es perdonado, recapacita y es muy probable que no vuelva a cometer el mismo error.
¿Cuando Dios perdona, olvida el pecado?
No es que Dios lo “olvide” literalmente, no es que tenga amnesia o mala memoria, sino que cuando Dios perdona, a partir de ese momento rehúsa continuar echándonos en cara la ofensa que se ha cometido (Isaías 43:25). Esto es importante porque cuando nosotros estamos involucrados en el proceso de perdonar no solucionamos nada con decir hoy te perdono y mañana te condeno y te echo en cara la misma ofensa. Dios no saca los trapitos sucios con el tiempo. Él no nos recordará lo que hicimos hace tiempo atrás una vez que fue perdonado. El libro fue leído, está cerrado y no se vuelve a abrir.
¿Sobrevienen consecuencias por el pecado?
No siempre sobreviene una consecuencia por el pecado. Pero no siempre es así. Moisés por un arranque de ira Dios no le permitió entrar en la tierra prometida y aunque le insistió varias veces, Dios le dijo ya basta, no hablemos más de ello y no entró junto a su pueblo. La paga por la consecuencia del pecado de David fue la muerte de su hijo recién nacido. Quizás alguien haya estado robando de a poco en su trabajo hasta que se dan cuenta. Aunque sea perdonado, deberá devolver el dinero robado y es probable que sea echado de su puesto.
Cuando uno perdona, es un acto de misericordia, de gracia. Quizás la otra persona no merece ser perdonada pero es algo que uno le otorga. Y es el ejemplo de Cristo: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Lucas 23:34 No fuimos perdonados porque lo merecíamos, sino por gracia, entonces, como no voy a perdonar cuando Jesús nos perdonó incondicionalmente. Oremos a Dios para que nos permita tener un corazón sensible y una actitud perdonadora.