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El mejor regalo de Navidad

“Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres”. Filipenses 2:5-7



Pocos días más y estaremos festejando Navidad. Tiempo donde las familias y amigos se reúnen y comparten la cena navideña. Tiempo de intercambiar obsequios y brindar augurando ¡Felicidad!


Pero más allá del entorno, deberíamos recordar el principal motivo y razón de ser de la Navidad. Detengámonos un momento en nuestra festividad y más allá de la algarabía rememoremos lo que motivó el nacimiento de nuestro Salvador, Señor Jesucristo.


El amado Hijo de Dios, siendo Dios sin mancha alguna se despojó voluntariamente así mismo adoptando un cuerpo y naturaleza humana. En la Biblia NIV (New International Versión) el pasaje en Filipenses 2:7 es más crudo que la versión en español. La cita dice: (he made himself nothing) que en español sería: “se hizo nada, se transformó en nada”. Cristo se anonadó así mismo, se vació, se transformó en nada, dejando de lado los lugares celestiales, el derecho a su gloria y a su poder para encarnarse en un hombre; en Jesús de Nazaret.


Se encontró sujeto a lugar, tiempo y a muchas otras limitaciones humanas como enfermedades, dolores, momentos de soledad, incomprensión, falsas acusaciones, enojo, tristeza y abandono. Pero lo que lo hacía diferente al resto de los seres humanos fue su ausencia de pecado. Esto hizo su humanidad única y diferente.


Cristo quien siendo rico, por amor a la humanidad y en su intención salvífica se hizo pobre al descender a nuestro plano y encarnarse en humano. Pero gracias a este sublime paso de despojarse de sí mismo haciéndose “pobre”, transformó en “rica” a la humanidad haciéndola benefactora de la salvación por gracia y vida eterna.


El Señor Jesús vino como “sustituto” a redimir y en este acto voluntario de redención, (porque fue una opción, una elección personal, no fue obligado) hay un tremendo, incomparable e incondicional demostración de su “amor” hacia la humanidad. Tan grande es su amor “…que nos guarda como a la niña de sus ojos…” (Salmo 17:8) y “…en las palmas de sus manos estamos grabados…” (Isaías. 49:16).


El mejor regalo de Navidad es el nacimiento, encarnación y entrega del Señor Jesús a favor del ser humano como único mediador entre Dios y el hombre.


¡No nos olvidemos del verdadero motivo de la Navidad! Recordemos al Señor Jesús y amémoslo con todas nuestras fuerzas, corazón, alma y mente.


Seamos agradecidos y bendigamos Su Santo Nombre.

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