Ensancha tu lugar, extiéndete, no te escatimes.
“Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas”.
El capítulo 54 de Isaías habla de la restauración de Jerusalén. Muestra claramente el amor, el perdón y la misericordia de Dios hacia su pueblo. Dios le está hablando a una nación que parecía ser estéril y que no daba fruto.
En esos tiempos cuando una mujer se casaba y resultaba ser estéril era símbolo de afrenta, de vergüenza y motivo de burla, ya que Dios había vaticinado en su palabra: “No habrá en tu tierra ninguna mujer que aborte ni que sea estéril…” (Éxodo 23:26). Sin embargo, al comenzar el capítulo, Dios le ordena a Jerusalén que se regocije, que levante canción y de voces de júbilo, pues la bendeciría más que aquella que podía tener hijos.
En el segundo versículo Dios utiliza esta metáfora para referirse a una mujer que va a bendecir y le va a dar varios hijos. Es de esta manera que le dice que ensanche el sitio de su casa por que cuando la bendición llegue y de la manera en que lo iba hacer, no iban a caber sus hijos en ella sino que debería extenderse, hacer su tienda más grande.
Las tiendas se hacían de tiras de pelo de cabra de un metro y medio a casi dos metros. Se extendía sobre una serie de postes para conseguir una tienda larga, y sus extremos se fijaban en el suelo con estacas. Podía ser agrandada con tejido, y las estacas se hacían de madera más gruesa y más fuerte a fin de soportar el peso llegado el caso de albergar a más miembros de la familia.
Lo que Dios le estaba diciendo a esta nación era de que necesitaba tener una visión más grande, necesitaba hacer su casa más grande, necesitaba estar preparada por que Él la iba a bendecir. No solamente le estaba indicando de que extendiese su tienda, si no que les dice de que no sean escasos, que las cortinas de sus habitaciones sean extendidas y la parte que divide los cuartos también deberían de ser más largas por que iban a necesitar de algo más grande, como para albergar la enorme bendición que Dios iba a derramar sobre ella.
En el anterior mensaje del 18 de diciembre del 2016 del blog, hicimos mención al libro de Ruth. Recordamos brevemente que Naomi invita a sus dos nueras a que regresen a la casa de sus padres, invitación que no fue aceptada por Ruth ya que decide acompañar a su suegra adonde fuese: “No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú mueras, allí moriré, y allí seré sepultada. Así haga el Señor conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa”. (Ruth 1:16-17).
Ruth no miró para ver lo que dejaba atrás, lo que había sido hasta ese momento su vida y llorar sobre recuerdos ya pasados, sino que decidió ensancharse, agrandar su tienda. Alargó sus cuerdas y reforzó sus estacas y tomó la decisión de acompañar a Naomi a una tierra para ella desconocida. Dios estaba guiando sus pasos.
Ruth optó por mirar hacia adelante y le hizo frente al destino. Optó por dejar de ser considerada una mujer débil, desamparada por falta de hijos y esposo. Enfrentó la adversidad y los temores y se tomó de la bendición; quizás en ese momento sin saber lo que vendría, pero siguió el susurro de su corazón el cual era monitoreado por Dios.
Con el tiempo el Señor permitió que ella concibiera en su matrimonio con Boaz y tuviesen un hijo el cual llamaron Obed. Este fue el padre de Ishaí, el padre del rey David, línea genealógica del Mesías, Jesucristo.
En este año que acaba de comenzar, como Ruth, debemos ensanchar el sitio de nuestra tienda, debemos avanzar y que el temor no nos paralice. Dios está listo para bendecirnos, pero muchas veces la duda y la desconfianza hacen que no estemos preparados y demoremos la llegada de esa bendición. A veces al orar al Señor por determinados asuntos, Él nos responde: Yo estoy dispuesto a bendecirte pero tú aún no estás dispuesta a ensanchar el sitio de tu tienda, sigues con dudas y temores.
No nos quedemos anclados, avancemos, aceptemos los desafíos de la mano del Señor en este año que ha comenzado. Estemos alertas y preparados.
No sé en lo concerniente a qué tienes que ensanchar tu tienda, si es en lo espiritual, en lo material, en lo comercial, en lo que respecta a tu salud, o en lo familiar o en lo laboral. Pero no te detengas, agrándate, extiende tu tienda para recibir y albergar la bendición que Dios ya te tiene preparada para ti.
“Porque yo sé los planes que tengo para vosotros” —declara el Señor— “planes de bienestar y no de calamidad, para daros un futuro y una esperanza”. Jeremías 29:11