Los planes de Dios para tu vida - (III Parte)
El plan de Dios para su pueblo
Durante el tiempo en el exilio, Dios estuvo moldeando su pueblo como a vasija de barro y trabajó cuatro instancias en ellos:
Que se encomendaran en Él y permitiesen que maneje su vida, porque sí hay algo en que tener plena seguridad, es que “Dios siempre obra para el bien de los que le aman”. (Romanos 8:28). Aunque en algunas ocasiones cueste entenderlo o no lo comprendamos en principio.
Que fuesen obedientes a Él y que hiciesen lo agradable a sus ojos, aunque les implicase un sacrificio, (como lo hizo el profeta Jeremías y otros tantos hombres y mujeres de Dios). En la obediencia se mide el amor y respeto hacia nuestro Creador.
Que permaneciesen en comunión con ÉL, y que no perdiesen el primer amor, esa íntima relación con Él. El día que perdamos esa íntima relación con el Padre, seremos como ola que rompe y desaparece en la playa.
Que en Él confiasen y no en “otros” (como cuando confiaron en los egipcios o en ídolos de otras naciones y no en su Rey), de ahí que vino su desgracia. Será bendito el que confía en el Señor, pues Él sabe nuestras necesidades y anhelos.
A pesar de haber permitido que parte de su pueblo fuese exiliado, Dios no los olvidó. Planeó darles un nuevo comienzo con un nuevo propósito; convertirlos en nuevas personas. En momentos de profundos problemas, tal vez nos parezca que Dios se ha olvidado de nuestros pesares. Pero en ese ínterin, en esa dificultad, Dios está trabajando y nos está preparando, como lo hizo con el pueblo de Judá. ¿Y para qué? para un nuevo comienzo adoptándolo a Él como el centro de nuestra vida.
Dios conoce nuestro principio y fin y nos acompañará a lo largo de todo el camino que haya que caminar. Camino llano algunas veces pero otras el camino será con escollos, con dificultades. Dios conoce el futuro y los planes para nosotros: "…planes de bienestar y no de calamidad, para (darnos) un futuro y una esperanza”. (Jeremías 29:11).
Quizás algunas situaciones nos hagan sentir que estamos viviendo en un exilio. Abandonados de las manos de Dios. Situaciones como la inseguridad, la falta de justicia, las mentiras, la indiferencia, la falta de respeto por la vida ajena y propia, etc. Situaciones que nos entristecen, nos paralizan y provocan impotencia y dolor hacen en algunos casos que dudemos de cómo seguirán nuestros días y si estaremos solos en ello. Pero no es así, no estaremos solos. Dios nos acompaña y dará la salida justa, adecuada. Aunque nuestra ansiedad algunas veces juegue en contra, tenemos que estar seguros de que Dios siempre llega a tiempo para cada situación.
Finalmente los judíos pudieron regresar a su tierra cuando los babilónicos fueron conquistados por los medos y los persas. Dios cumplió y su palabra se consumó a tiempo.
Continuará en la (IV Última Parte) – Renovemos cada día nuestra esperanza en Cristo Jesús