Los planes de Dios para tu vida - (IV Última Parte)
Renovemos cada día nuestra esperanza en Cristo Jesús
Los hijos de Dios, renovamos cada día nuestra esperanza en Cristo.
Cuando miramos hacia atrás y reflexionamos el camino recorrido, nos damos cuenta que Dios siempre estuvo presente en los buenos tiempos como en los malos. No nos abandonó ni se olvidó, ni se lavó las manos, ni miró para otro lado, ni encomendó la tarea a otro o dejó descolgado el teléfono. No necesitamos ver al Señor cara a cara para saber que su presencia nos acompaña. Basta nuestra fe (Hebreos 11:1), nuestra sensibilidad para percibirlo y observar la creación, porque a través de ella, Él también se revela (Salmo 19:1-6).
Aunque en algún momento sobrevengan tiempos complicados en cuanto a salud, relaciones familiares o laborales o pasemos por estadios de soledad y pérdidas, recordemos (Isaías 43:2) “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán; cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama te abrasará…”. A pesar de lo que uno tenga que vivir y no ver resultados en el momento, Dios tiene “…planes de bienestar y no de calamidad, para (darnos) un futuro y una esperanza”. (Jeremías 29:11). Aunque tengamos que pasar por valle de sombras y de muerte, no temamos mal alguno porque el Señor está con cada uno de nosotros infundiéndonos aliento y fuerzas.
Renovemos cada día nuestra esperanza en Cristo, encaremos nuestro tiempo sin temor y sin mirar atrás, con la mirada puesta adelante, en el futuro, en lo que vendrá. Que nuestra mirada sea cristocéntrica. Cada nuevo día es un regalo de Dios. Aprovechemos y cuidemos la manera en como lo utilizamos. Que sea sabiamente y de acuerdo a la voluntad de Dios. Seamos buenos administradores:
Del tiempo que nos ha sido regalado por gracia,
de la economía que nos ha sido encomendada para bien administrarla y
de la creación que nos fue dada para cuidarla y protegerla.