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Más que vencedores en Cristo Jesús.





“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo”.


Momentos los hay de tristeza, amargura, contratiempos. Tiempo de dudas y/o enfrentar batallas.


El mismo Señor Jesús siendo Santo tuvo que soportar en carne propia tribulación. Supo del dolor, incomprensión, desprecio y soledad. Él mismo se lo anticipo a sus discípulos en (Juan 16:33) para infundirles ánimo.


No todo es color de rosa en esta vida y no todo sale como uno quisiera o anhela. Tendremos vicisitudes pero debemos tomarnos de la promesa de que “…en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:37).


El secreto es ser fuerte. Permanecer en la brecha. Seguir adelante a pesar de los escollos, con la mirada puesta en Cristo fuente de toda vida y fortaleza. La clave está en no mirar atrás, no atarnos al pasado. Este ya es parte de nuestra historia e imposible de modificar o cambiar. En cambio, sí, podemos cambiar el futuro y todo depende con qué actitud miremos y resolvamos nuestro presente.


En algunas ocasiones equivocadamente se toma el hábito de vivir compadeciéndose de lo que uno ha vivido (lo cual ya no puede ser modificado). Esto es altamente perjudicial y nocivo ya que permanecemos anclados en el puerto del pasado e impide seguir avanzando para hacerse de las promesas y bendiciones que Dios nos tiene preparadas.


A pesar de las trabas, de las luchas, de los tiempos difíciles, debemos seguir avanzando con nuestros ojos puestos en el único que venció; Jesús de Nazaret. Su gracia abunda en la tormenta y su mano nos guiará. Cuando vengan los obstáculos, a su nombre clamaremos. En ti nuestros ojos fijaremos y en la tempestad, descansaremos en tu poder.


No debemos detenernos. Jesús venció y nos anima en su mensaje a soportar, a seguir adelante a pesar de. Nos llama a ser “…más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Porque…ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. (Romanos 8: 37-38).


Jesús no nos suelta de la mano. Cada día, Él nos da la fortaleza necesaria para atravesar toda situación difícil que se nos presente para salir victoriosos. Él no nos deja abandonados. Aún hoy, Su mensaje en (Juan 16:33) está vigente para los que en Él creen.


“Solamente sé fuerte y muy valiente…” (Josué 1:7)

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