¡Ese corrosivo vacío interior! (II Parte)
El peligro de las redes sociales mal empleadas.
“Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades”. Deuteronomio 6:6-9
Generalmente, ese vacío que los jóvenes sienten los lleva a buscar equivocadamente en las redes sociales solución a su soledad. Buscan algo que les dé idea de pertenencia, sentir que importan para alguien. Es ahí cuando erróneamente recurren a páginas web maliciosas enmascaradas como páginas sanas o foros de la web o salones de chat que incitan a jóvenes a formar parte de determinadas cofradías donde se les invita a participar en diferentes retos, como suele ser provocarse autolesiones, a rebelarse contra el sistema, no aceptar códigos e inclusive se los llega a alentar a quitarse la vida, al suicidio. La realidad es que al conectarse con esas páginas lo único que consiguen es ahondar más su soledad y vacío interior. Los hace resentidos contra la vida y en algunos casos encuentran en el suicidio su única salida.
Tal es el caso del Blue Whale “Ballena Azul” creado en Rusia por Philipp Budeikin, de 21 años, (fuente: Publimetro Colombia, 26-04-17). Él inició este movimiento suicida que ha llegado a cobrarse la vida de cerca de 130 adolescentes alrededor del mundo por este juego. El juego comienza con simples laceraciones en el cuerpo pero su finalidad es inducirlos al suicidio. Según su autor capturado hace unas semanas en Rusia, reconoció su autoría declarando: “Sí. Realmente lo hice… Murieron felices. Les di lo que no tienen en la vida real: calidez, comprensión y comunicación”.
Detrás de todo ello, hay una razón que explica esa sensación de vacío en la vida. Dios nos creó como seres humanos completos e integrales, con cuerpo, mente, espíritu y alma (emociones) y es ahí donde se manifiesta un anhelo que solo Él puede satisfacer; en el alma. No hay sentimiento de satisfacción completo, ni restauración, hasta experimentar el amor transformador e incondicional del Señor. Jesús dijo: “…yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Es decir, Dios desea que nos sintamos completos; lo cual solo se logrará por medio de una relación personal que nos alentará a un seguimiento y deseo mayor de conocimiento de Su persona.
El vacío interior que sienten los jóvenes los va atando y encadenando más al temor, al resentimiento, la ira y la depresión. Pero en Cristo las cadenas se rompen, las puertas de la prisión se abren, pues “…donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”. (2 Corintios 3:17)
Como padres y madres, en el rol de educadores que nos toca a cada uno, no solo es imprescindible brindarle a nuestros hijos el alimento natural sino también enseñarles el alimento espiritual, el que les traerá verdadera sanidad y restauración a sus vidas “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él”. (Proverbios 22:6).
Continuará en la (III Última Parte): “Corregir a tu hijo, es quererlo; amarlo es disciplinarlo”.