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La conciencia – (V Última Parte)




Una conciencia restaurada.


“Por esto, yo también me esfuerzo por conservar siempre una conciencia irreprensible delante de Dios y delante de los hombres”. (Hechos 24:16).


No podemos ser restaurados hasta tanto nuestra conciencia sea regenerada.


Dios puso en la humanidad “conciencia” a fin de protegerla, pero para ello debemos:


Aplicar la palabra de Dios a nuestra vida diaria: “…el que mira atentamente a la ley perfecta, la ley de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será bienaventurado en lo que hace”. (Santiago 1:25). Nuestra conciencia se fortalece conociendo mejor el corazón de Dios y poniendo por obre su Palabra.


Tomar decisiones por medio de la oración: En vez de decidir algo simplemente porque nos gusta o lo deseamos profundamente o porque todos lo hacen, llevemos nuestros asuntos en oración al Señor.


Tener el valor de aceptar la voluntad de Dios y obedecerle: Cuando deseemos firmemente hacer las cosas a la manera de Dios, será una prioridad esta pregunta: ¿Qué desea el Señor que yo haga? Esta práctica permitirá discernir y seguir la dirección del Espíritu.


Desarrollar una sensibilidad más profunda a la reprobación del Espíritu: Como creyentes, ya no estamos condenados (Romanos 8:1); por tanto, debemos reconocer la diferencia entre la reprobación del Espíritu Santo y la condenación del enemigo. El Espíritu siempre nos muestra exactamente aquello por lo que necesitamos arrepentirnos y lo muestra con amor, no señalándonos ni acusándonos con un dedo inquisidor. Su reprobación tiene el propósito de regresarnos al camino, la verdad y la vida. (Juan 14:6).


Rendirse a la voluntad perfecta de Dios: toda vez que rechazamos seguir el modelo del mundo, y aceptamos renovar nuestro entendimiento conforme a la mente Cristo, podremos comprobar “…cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. (Romanos 12: 2 ).


Cada ser humano es capaz de oír “la voz de la conciencia”. No importa donde vivamos, o el estudio que tengamos o no, si somos ricos o pobres, sí hemos sido alcanzados por el Evangelio o no, ya que quienes nunca han visto una Biblia saben diferencia entre lo bueno y lo malo y se les juzgará por no haber tomado en cuenta ni siquiera las normas que su conciencia les dictaba, pues Dios ha grabado su ley en el corazón de la humanidad y esta es la voz de la conciencia que nos indica cómo actuar.


La obra de la ley que Dios escribió en el corazón de cada hombre le da conocimiento del bien y del mal.


Pidamos en oración a Dios fortaleza y sabiduría para que cuando escuchemos la voz de la conciencia obremos conforme a lo que ella nos dicta, así caminaremos por la senda de luz.


“Porque cuando los gentiles, que no tienen la ley, cumplen por instinto los dictados de la ley, ellos, no teniendo la ley, son una ley para sí mismos, ya que muestran la obra de la ley escrita en sus corazones, su conciencia dando testimonio, y sus pensamientos acusándolos unas veces y otras defendiéndolos…” (Romanos 2:14-15).

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