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La problemática social de las adicciones (I Parte)



¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

1 Corintios 3:16


Una problemática actual.

Algunos ya han pasado, otros, tendrán que transitar esa problemática etapa de la vida que es la adolescencia. Tiempo complicado tanto para el/la adolescente como para sus padres y madres quienes no escatiman recursos intentando llegar a sus “confundidas almas”.


En la adolescencia se presentan cambios: físicos, de valores, de hábitos y deseos de libertad; esa “libertad” que los adolescentes suelen confundir con libertinaje que los mueve a hacer lo que les viene a la mente sin medir consecuencias. Necesitan mostrar a los demás que están por encima de las leyes y toda norma. Sin embargo hay una diferencia sustancial y es que en la libertad se da responsabilidad y en el libertinaje, desenfreno. No les gusta acatar límites ni contraer responsabilidades.


Así mismo surge la negatividad, la ansiedad, la soledad y la depresión. La sexualidad comienza a aflorar y la rebeldía parece estar a la orden del día. Lo que quieren, lo quieren ya: presionan, demandan, exigen y aumentan la tensión. Aparecen las mentiras y se multiplican los conflictos.

Se sienten incomprendidos o desplazados por los “mayores”. Necesitan afianzar su identidad y para ello intentan mostrarse “fuertes” frente a su grupo y a otros clanes o tribus urbanas. Es ahí donde sin querer y lentamente comienzan a incursionar un camino de difícil retorno; el de las drogas. Creen equivocadamente encontrar solución a sus dilemas recurriendo a diferentes sustancias. Esto los hace sentir “fuertes e invulnerables”.


Según la OMS (Organización Mundial para la Salud), Droga es toda sustancia que introducida en un organismo vivo por cualquier vía (inhalación, ingestión, intramuscular, endovenosa) es capaz de actuar sobre el sistema nervioso central, provocando una alteración física y/o psicológica y que posee la capacidad de generar dependencia y tolerancia en sus consumidores.


Las drogas, afectan al sistema nervioso central alterando el funcionamiento corporal, el comportamiento, la percepción sensorial, el juicio y las emociones pudiendo provocar excitación, euforia, taquicardia, alucinaciones, mientras que otras pueden relajar, dar somnolencia, o distorsionar la realidad.


Que nadie piense que la felicidad se consigue consumiendo.


Continuará en la (II Parte): “Guía para padres y madres” - Las 10 drogas callejeras más mortíferas que aquejan a nuestros hijos/hijas.

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