Glorificar a Dios en todo lo que hagamos -Glorify God in all that we do
Los cristianos a veces nos confundimos y creemos que el día que nos congregamos es el único día y lugar donde damos testimonio, glorificamos, y alabamos a Dios. Una vez terminada la reunión, salimos del templo y creemos que todo sigue de la misma manera como entramos, sin embargo esto no debería ser así. Es un error pensar en separar la vida cotidiana de la espiritual.
Al recibir al Espíritu Santo debemos salir fortalecidos y listos para dar nuestra mejor batalla contra los embates del enemigo. Nuestro testimonio personal debe ser “luz” para los que aún están en tinieblas. Debemos ser dignos de Aquel que por gracia nos regaló la vida eterna a vos y a mí, aunque esto implique un gran costo y mucha sea la batalla.
El apóstol Pablo en la carta a los Colosenses 3: 23 claramente lo enseña cuando dice: “Todo lo que hagan, háganlo de buena gana, como si estuvieran sirviendo al Señor Jesucristo y no a la gente”. El tema no corre por lo mucho o lo poco que podamos hacer, sino por la calidad de todo servicio a Dios.
Ya sea en nuestro trabajo, en nuestro lugar de estudio, en nuestro hogar, en nuestro club de deportes o en nuestro momento de distracción, en todo lo que hagamos. El Espíritu Santo tiene que estar involucrado y tiene que traslucirse en nuestra forma de actuar, sin importar el cómo, ni el cuándo, ni cómo, ni dónde estemos.
No lo olvides, no solo somos o aparentamos ser buenas personas en la reunión de la iglesia, sino nuestro mayor desafío se presenta fuera de ella. Nuestro ministerio no se circunscribe dentro de cuatro paredes solamente, sino que como cristianos debemos esforzarnos en todo para agradar a Dios las 24 horas del día, los siete días de la semana y los 365 días del año.
Glorify God in all that we do
Based on Colossians 3:23
Christians sometimes get confused and believe that the day we gather in Church is the only day and place where we witness, glorify, and praise God. Once the meeting is over, we leave the temple and believe that everything follows the same way as we entered; however, this should not be so. It is a mistake to think about separating everyday life from spiritual life.
When receiving the Holy Spirit, we must be strengthened and ready to give our best battle against the enemy's strikes. Our personal testimony must be "light" for those who are still in darkness. We must be worthy of Him who by grace gave us eternal life to you and me, even if this entails a great cost and much is the battle.
The apostle Paul in the letter to Colossians 3:23 clearly teach when he says, “Whatever you do, work at it with all your heart, as working for the Lord, not for human masters…” Colossians 3:23. The issue does not run by how much or how little we can do, but by the quality of all our service to God.
Whether in our work, in our study place, in our home, in our sports club or in our moment of distraction, in everything we do, the Holy Spirit has to be revealed into our way of acting, no matter how, or when, how or where we are.
Do not forget, we are not just or pretend to be good people in the church meeting, but our greatest challenge comes out of it. Our ministry is not confined within four walls only, but as Christians, we must strive in everything to please God 24 hours a day, seven days a week and 365 days a year
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