Los cinco solos de la fe reformada - Solo Gracia.
“Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”. Efesios 2:8-9
La noción medieval de la gracia convirtió al hombre en un pecador que hacía cosas para ganar el favor de Dios, por su utilización de la ayuda que Dios le dio. Fue en este concepto de la gracia lo que envió a Lutero, el católico, al monasterio. Él creyó que “Dios había capacitado al hombre para ganar su favor mediante actos meritorios...”
Mediante sus estudios en el libro de Romanos, Lutero llegó a ver que la gracia no es la obra del hombre para ganar el favor de Dios, sino el favor de Dios hacia el hombre que está en pecado. La gracia no es la acción humana para ganar el favor de Dios para los pecadores, sino el favor de Dios hacia pecadores sin méritos. Técnicamente, la gracia es “una relación objetiva de favor inmerecido por parte de un superior a un inferior. Es totalmente inmerecida, no evocada por la disposición de la criatura”.
Lutero se dio cuenta de que “no porque el hombre fuera bueno y digno, ni aun porque obrara para llegar a ser bueno y digno, sino porque era pecador y nunca podría salvar la brecha, Dios se acercó. Dios salva a los pecadores porque Él quiere, por razones que Él tiene en sí mismo, y no a causa de actitudes o acciones por parte de ellos. La gracia, necesariamente, es la libre gracia: inmerecida, no ganada. ¿Pensáis que el Señor de la vida y la gloria podría haber bajado del cielo, podría haber tomado forma de hombre, y no haber sido conducido para morir por cualquier mérito vuestro?"
Como bien expresa la carta a los Efesios 2:8-9: “Porque por gracia habéis sido salvados por medio de la fe, y esto no de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe”.