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Cristo en el centro del matrimonio



Por Marcos Buzzelli *


Las Sagradas Escrituras son fundamento y fuente constante de gracia para todas nuestras relaciones y en especial la de pareja. Uno de los pasajes que ha sido de mucha ayuda para mi propio matrimonio se encuentra en Gálatas 6:1-2: “Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre. Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado. Sobrelleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo.”


Pablo escribió esto para una comunidad de fe, pero creo que puede aplicarse también a esta dimensión de la vida. La relación de pareja nos presenta uno de los privilegios y desafíos más grandes de la vida, una cercanía sin igual con otro ser humano. Con ello, no solo acercamos lo que, por la gracia de Dios es fuerte, bello y constructivo de nosotros. También acercamos lo débil y vergonzoso.


Pablo comienza esta porción de la carta con la frase “si alguno es sorprendido en alguna falta”. ¡Vamos a “sorprender” y “ser sorprendidos” en tantas faltas al caminar juntos la vida! Frente a esto, con frecuencia nos frustramos, juzgamos y tomamos distancia. Pablo es claro, la verdadera madurez espiritual pasa por un accionar completamente opuesto. “Ustedes, que son espirituales, restáurenlo con espíritu de mansedumbre”. La relación de pareja debe ser esencialmente restauradora. Luego continúa: “Piensa en ti mismo, no sea que también tú seas tentado”. Pablo animaba a sembrar en el presente la clase de trato que querríamos cosechar en un futuro. Creo que honestamente podemos también mirar a nuestro pasado y presente para encontrar razones para “pensar en nosotros mismos” y “restaurar con mansedumbre”.


El Apóstol dice: “Sobrelleven los unos las cargas de los otros”. Hay allí un compromiso cercano, tan cercano que la falta y la lucha de mi pareja es ahora también mía. ¿Cómo es esto posible? Sin duda alguna, no será viviendo nuestra relación de pareja en base al modelo social que promueve como valor absoluto el bienestar propio.


Pablo nos lleva a Cristo; y solo cuando Cristo es el centro de nuestra relación de pareja y la fuente de gracia podremos vivir relaciones restauradoras. “Y cumplan así la ley de Cristo”. ¿Cuál fue esa ley? Que no nos juzgó desde la distancia entre cielo y la tierra. Se acercó a nosotros, se “desposó” con nosotros pecadores. Si Cristo siendo yo pecador me “desposó” y llevó mis cargas, ¿cómo no he de hacerlo yo con las de mi pareja?


Les animo, me animo, a vivir nuestra relación de pareja a la luz de las Escrituras centradas en Cristo. Es en ese encuentro con Aquel a quien toda la Escritura revela que encontraremos sabiduría, ánimo y gracia para seguir caminando juntos.


* Magister en Biblia con especialidad en Misiología. Director de iniciativas latinoamericanas de The Grace Institute.

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