Libro de Daniel (III Parte) La Oración de Daniel
El rey tiene un sueño
Los sueños eran cosa seria en el mundo antiguo.Cuando un sueño parecía premonitorio, a menudo indicaba un peligro inminente.Por lo tanto, era comprensible que el rey estuviese tan ansioso a causa de un sueño muy extraño que tuvo.Su espíritu estaba turbado y no podía dormir a causa de el.
Por esa razón, manda llamar a todos los sabios y adivinos del reino a fin de que le dijesen el significado del sueño.Para ello, les prometió muchos presentes y de que los demás les tuviesen que rendir honores.En caso de no descifrar el sueño, los mandaría matar incluyendo Daniel y sus amigos.
Daniel fue a hablar con el rey y se comprometió a explicarle el significado del sueño. Pero le dijo que, para eso, necesitaba un poco más de tiempo, situación que fue aprobada.
Daniel sabía que ningún ser humano podría llegara resolver ese misterio, pero sí que su Dios podía revelarle el contenido, como darle la interpretación. “No hay ningún sabio ni adivino capaz de adivinar lo que Su Majestad quiere saber. Yo mismo, no soy más sabio que nadie. Pero en el cielo hay un Dios que conoce todos los misterios”. (Daniel 2:27-30).
Inmediatamente Daniel reúne a sus tres amigos para orar, y les explica que serían todos ejecutados si Dios no les revelaba el sueño.Cuando enfrentamos un gran problema, también debemos reconocer que el Creador es lo suficientemente grande y poderoso como para resolver incluso los desafíos más difíciles.
La oración de Daniel
En el capítulo 2:17-23 se mencionan dos tipos de oraciones.
La primera: Daniel ora con fe, confiando que el Dios de Israel, nuestro Dios, le revelaría el contenido del sueño como su interpretación (Daniel 2:17-19).
Al orar con fe y confiando, Dios le responde revelando el contenido y la interpretación del sueño del rey.Toda vez que pasamos por diferentes situaciones, ya sean de angustia, peligro, ansiedad, ¿oramos con fe sabiendo que Dios va a escucharnos y traernos respuesta?
Y la segunda: es una oración de agradecimiento y alabanza a Dios “…te doy gracias y te alabo, porque me has hecho entender qué fue lo que el rey soñó”. (Daniel 2:23).
¡Esto merece ser destacado! Toda vez que suplicamos a Dios por tantas cosas, ¿cuántas veces recordamos alabar y agradecer su nombre por las oraciones respondidas, aún aquellas que en principio no llegaron a agradarnos o satisfacer nuestras expectativas, aunque con el tiempo demostraron ser para nuestro bien?
Alabar es hermoso, increíble y fácil cuando todo parece ir bien, cuando todo marcha sobre ruedas, pero cuando aparecen los inconvenientes, las adversidades, cuando parece que todo está trabado y no sale, es ahí cuando resulta difícil alabar a Dios. Y este es el momento cuando más necesitamos apoyarnos, confiar y pedir la ayuda del Espíritu Santo (Mateo 11:28).
Esta situación nos recuerda el relato en (Lucas 17:18) cuando Jesús sana a los diez leprosos y solamente uno regresa para agradecer y dar gloria a Dios.
Cuando aprendemos a confiar, tener paciencia y fe en lo que el Señor está haciendo (aunque no lo veamos con nuestros ojos), entendemos cómo es el adorar a través de la adversidad. Nos encontramos con la verdadera seguridad en Aquel que abriga nuestros temores.
"Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón" (Jeremías 29:13).
Continuará