Confianza y Esperanza en Medio del Dolor
La vida cristiana, lejos de ser un camino exento de dificultades, nos llama a cargar nuestra cruz cada día y seguir al Señor (Lucas 9:23). Sin embargo, en medio de los momentos de sufrimiento, el creyente tiene la certeza de que Dios siempre está presente, cumpliendo Su promesa de acompañarnos hasta el fin (Mateo 28:20). Esta reflexión está dirigida a aquellos que atraviesan valles de sombra y dificultad, recordándoles que incluso en el dolor, Dios es digno de gloria.
1. Dios no nos está castigando
El sufrimiento no debe interpretarse como un castigo divino. Como seres humanos dotados de libre albedrío, muchas veces enfrentamos las consecuencias de nuestras propias decisiones o las de un mundo caído (Romanos 8:20-22). Sin embargo, Dios, en Su infinita misericordia, obra en medio de las pruebas para moldearnos y acercarnos más a Él (Santiago 1:2-4).
2. Dios siempre nos acompaña
En medio del dolor, podría parecer que Su presencia se desdibuja. Incluso nuestro Señor Jesús expresó en la cruz: “…Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:46). Sin embargo, podemos descansar en la certeza del Salmo 23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Dios no se aleja; al contrario, camina con nosotros en cada paso, aunque nos resulte difícil entenderlo.
3. La perspectiva eterna
Aunque las pruebas terrenales puedan ser intensas, debemos recordar que esta vida no es el fin. La esperanza del cristiano está en el reino venidero, donde “…no habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron”. (Apocalipsis 21:4). Esta esperanza nos fortalece y nos anima a perseverar.
4. Dar gloria a Dios en todo
Aun en medio del desconcierto y el dolor, el creyente es llamado a glorificar a Dios. Como dijo el apóstol Pablo: “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria…” (2 Corintios 4:17). La adoración en medio del sufrimiento es una declaración de fe en que Dios es bueno y fiel.
5. Rechazar las falsas promesas
Seguimos a Cristo porque Él es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6) y no para obtener riquezas, bienestar o bendiciones materiales como en algunos casos se suele presentar una imagen distorsionada del Evangelio. La recompensa del seguidor de Cristo no está en esta tierra, sino en la eternidad con Él.
Querido hermano o hermana, si estás enfrentando un tiempo de dolor, recuerda que no estás solo. Dios está contigo, fortaleciéndote y sosteniéndote. Mantén tu mirada fija en lo eterno y confía en Su plan perfecto. Al final, todas las cosas serán hechas nuevas (2 Corintios 5:17), y disfrutaremos de Su presencia para siempre.
“Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. (2 Corintios 4:16).
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