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Cuando los celos te hacen perder la razón (I Parte)


Introducción


El celo (los celos) es una emoción natural del ser humano y no debería tildárselo de bueno o malo, todo dependerá en la manera que se exteriorice dicha emoción.


Están los celos buenos que pueden sobrevenir del cuidado, dedicación o esmero que alguien pone en hacer algo y los celos tóxicos y enfermizos al punto de hacernos perder la razón.


El fin de esta serie de mensajes es encender una luz de alerta para reconocer los celos dañinos y como combatirlos.

Y en el principio; celos


Al regresar David de matar a Goliat el filisteo, hubo gran alboroto y alegría. De todas las ciudades salían las mujeres cantando y danzando “…para recibir al rey Saúl, con panderos, con cánticos de alegría y con instrumentos de música. Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”. [1](1 Samuel 18:6-7).


El cántico: “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles” no pretendía comparar quién era mayor y quien menor, sino el de expresar un gran número. Sin embargo, el hecho disgustó en gran manera al rey Saúl ya que colocaba a David en una posición superior al él. El vitoreo del pueblo provocó a celos al rey quien “…desde aquel día… no miró con buenos ojos a David”. (1 Samuel 18:9). Los celos que sintió el rey por David fueron irrefrenables y de ahí en más, toda ocasión le fue propicia para intentar darle muerte (1 Samuel 18:10-11).


En Génesis 4 nos encontramos con otra situación de celos en la narración de Caín y Abel. Caín no pudo reprimir sus celos hacia su hermano Abel. El hecho surge a raíz de haber aceptado Jehová con mayor agrado la ofrenda de Abel a la de él. Esa tóxica emoción que anidó en su corazón fue transformándose en envidia llevándolo a matar a su hermano.


Más adelante, en Génesis 30, producto de celos enfermizos provocaron rivalidad entre dos hermanas: Lea y Raquel por dar descendencia a su marido Jacob y en (1 Samuel 1:1-6) los celos de Penina hacía Ana ya que Elcana (el esposo de ambas), amaba más a Ana. También Miriam y Aarón sintieron celos hacia su hermano Moisés ya que Jehová se dirigía a él con frecuencia: “¿Acaso no ha hablado el Señor con otro que no sea Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?” (Números 12:2).


En realidad, desde antes de la fundación del mundo comenzaron los celos. Empezaron en la misma corte celestial cuando Lucifer (lucero, “portador de luz”), el ángel más bello e inteligente se rebeló contra Dios, su Creador, a causa de sus celos y soberbia. En su descarada arrogancia, decidió competir contra su mismo Hacedor pretendiendo llegar a ser como él, por lo cual debido a su incomprensible orgullo culminaron con su caída y degradación “!!Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones”. (Isaías en 14:12).


Hemos presentado solamente algunos casos de celos en la Biblia. En la próxima entrega, analizaremos los celos en la vida cotidiana y las consecuencias que esta tóxica emoción puede provocar.


Continuará…

[1] De que Saúl matara a “sus miles” y David a “sus diez miles” era una manera normal de expresar un número muy grande de una manera poética.

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