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Cuando los celos te hacen perder la razón (III Parte)


¿Hay celos buenos?


En las anteriores entregas CELOS (I PARTE) - CELOS (II PARTE) nos hemos referido a una variante de los celos; a los negativos, sin embargo habría que considerar la versión positiva, los “celos buenos”. Porque los hay, ya que de acuerdo a su maifestación, su exteriorización, el celo o los celos pueden ser buenos o malos.


Pero ¿qué son en realidad los celos, cuál es su significado? La palabra en griego “celo” se dice que proviene de una raíz que nos remite a significados como: caliente, ferviente, entrar en ebullición. La palabra hebrea qa´nah (קָנָא) la traduce bien y su raíz indicaría: el rojo que sale del rostro de un hombre apasionado.


En el Antiguo Testamento, en (Éxodo 20:5), Jehová dice: “…yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso…”. Él se está refiriendo a sí mismo como un Dios celoso. Pero ese celo estaría motivado por los que hacían ídolos y se inclinaban ante ellos y los adoraban en lugar de darle a Él la gloria y alabanza de la cual solo Él es digno (Isaías 44:9-20).


Y su celo aún sigue vigente. Los celos de Dios se originan cuando se agradece o se atribuye a otro (o a uno mismo) el mérito del cual Dios es merecedor, como en el caso del orgullo expresado por el rey Nabucodonosor: “Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” y la reacción de Dios no se hizo esperar: “Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti…” (Daniel 4:28-31).


Dios es posesivo con la adoración y el servicio que le pertenece. La connotación negativa del verbo no contamina a Dios. Recordemos que habíamos comentado que los dos verbos “celar y envidiar” se daban de manera conjunta y que ambos tienen su origen en el orgullo, la vanidad y en el egoísmo. Y justamente Dios es todo lo contrario “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. (Juan 3:16).


El celo de Dios, se enciende por el amor a los seres humanos y a su creación. Sus acciones (aún las más violentas), tienden a no mostrar su propio interés, sino su amor espontáneo, su cuidado y reivindicación a fin de regresar a las sendas antiguas. “Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma”. (Jeremías 6:16).


El celo positivo sobreviene del cuidado, dedicación o esmero que alguien pone en hacer algo o hacia alguien, como el caso de una madre cuando cela a su hijo, pero en el sentido de cuidar, de amar, de proteger.


¿Y por qué se originan los celos?


Seguinos en la siguiente entrega y te lo contamos.


Continuará…

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