Dos puertas, un solo camino
Basado en: Mateo 7:13-14
“Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”.
Tomamos decisiones en todo momento: ¿Hoy me reúno con cierta persona o quizás en otro momento?, ¿Hago este llamado o mejor no? ¿Envío este mensaje o sería conveniente no hacerlo? Ese trabajo parece tentador, ¿lo aprovecho o mejor no? y así podríamos seguir.
Dependerá de cada uno escoger la mejor opción, la más atinada, la correcta, la que esté en sintonía con la voluntad de Dios, (la puerta estrecha – la de la salvación) o quizás se decida por lo que la mayoría elije, lo que esté de moda, lo que todos hacen y ven como normal, como bueno y correcto (la puerta ancha – la de la perdición).
En este pasaje Jesús hace referencia a la puerta “estrecha”, esa puerta angosta que lleva a la vida eterna. La puerta que lleva al cielo, es angosta y su paso, no es fácil. Una puerta estrecha es más difícil de atravesarla que una ancha, y sólo pocas personas son capaces de pasar por ella.
Si bien, en nuestro libre albedrío “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23). No todo es para edificación del alma, ni todo lo que reluce es oro.
Josías, el rey que optó por la puerta estrecha
Cuando Josías recibió el reino, tenía ocho años. Su carácter era sabio y excelente. Al llegar a sus doce años revirtió toda la idolatría que había en el pueblo de Israel (2 Crónicas 34:3). Hizo que rechazaran sus ídolos y se volviesen al Dios de sus padres, el que había entregado los mandamientos y las leyes a Moisés en el monte Sinaí.
Personalmente viajó por el país demoliendo todos los altares y bosquecillos dedicados a dioses paganos. Luego hizo una colecta, mediante ofrendas voluntarias, para reparar el templo. Y en esa reparación es cuando el sumo sacerdote Hilcías descubre los olvidados libros sagrados de Moisés.
Cuando un escriba se los lee al rey, este rasgó sus vestiduras y envió mensaje a la profetisa Hulda para que orara a Dios implorando misericordia, ya que sus antecesores habían pecado, Josías temía que su pueblo fuese echado de su propio país y deportado a una tierra extraña.
La respuesta no tardó en llegar, Dios ya había pronunciado sentencia contra ellos, y ninguna súplica sería eficaz, pero debido a la virtud de Josías, Él aplazaría las calamidades hasta después de su muerte.[1]
Josías, a pesar de su corta edad no tuvo reparo alguno en enfrentar e ir contra la corriente de su época, en contra de los malos hábitos, de las malas costumbres idólatras. Él no temió, sino que las enfrentó hasta derribarlas y terminar con ellas.
¿Qué significa elegir la puerta estrecha?
¿Qué puerta eligió el rey Josías? ¿La de la comodidad, la del no te metás y que siga todo igual? ¿La de no comprometerse y mirar para otro lado? (puerta ancha), o eligió la puerta estrecha, la que significa elegir el camino de la cruz aunque implique sacrificio, responsabilidad, toma de conciencia, amerita esfuerzo, tenacidad y renuncia. Entendiendo por renuncia el hecho de ir dejando el viejo hombre y mujer para ir forjando el carácter de Cristo en nuestra vida.
Elegir la puerta estrecha, la puerta angosta, significa aceptar el desafío de que Dios nos vaya moldeando como a vasija imperfecta obrando en cada aspecto de nuestra vida a fin de ir creciendo a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13). Elegir la puerta estrecha, significa estar en sintonía con las enseñanzas de Jesús. Es mostrar el buen fruto, aquel que está a punto de caramelo.
Y ¿qué significa abandonar el viejo ser? Significa desistir de todo aquello que desagrada a Dios. Es desistir a esa forma hiriente de hablar o en doble sentido, prejuzgar a los demás, evitar la rebeldía, dejar de lado el individualismo y el egoísmo para pensar más en el otro cuidando de él y ser transparentes en la manera de actuar. En definitiva, que todo lo que uno haga, sea para la gloria y honra de Dios (1 Corintios 10:31).
Seguramente la puerta ancha será la más atrayente y codiciable. Será la que ofrece nuevas y atractivas alternativas y experiencias. Y quizás nos lleve a pensar: ¡Total, por una vez, lo podría probar! Desde ese mismo instante, pasar a la puerta ancha, será tan solo una palabra: SÍ
Quizás te sientas en compromiso de aceptar o pienses que te obligan, pero no es así ¡nadie te obliga! ¡No es un compromiso que debas aceptar! Dios ha puesto en cada uno “conciencia” para saber diferenciar entre lo bueno y lo malo.
La toma de decisión será puramente personal y serás el único responsable de la elección que tomes. Es importante tenerlo bien en claro, (llegado el caso), para evitar echar la culpa a un tercero y no asumir la propia responsabilidad.
Un camino te guiará hacia la puerta estrecha, hacia la vida eterna para gozar una nueva creación junto al Señor, mientras que el otro camino, como vuelo directo y sin escalas te llevará hacia la puerta ancha, hacia la perdición, donde los “…ángeles…apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes”. (Mateo 13:49-50).
Y tú, ¿Qué puerta eliges, la de la salvación o la perdición?
¿Vale la pena o no el esfuerzo? ¿Tiene más peso lo que los demás piensen de ti, o lo que Dios piense?
Considera bien el camino a elegir a la hora de escoger hacia qué puerta te dirigirás.
Recuerda, la decisión que tomes, te guiará hacia la vida, y vida en abundancia (Juan 10:10), porque Cristo en sí mismo, es el camino, la verdad, y la vida (Juan 14:6), o te guiará hacia la soledad infinita donde será el lloro y el crujir de dientes.
Tú lo decides!!!
[1] Paul L. Maier. Josefo. Los Escritos Esenciales, p. 166
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