El peso de cargar la cruz - The weight of bearing the cross
Actualizado: 22 feb 2021
Basado en: Salmo 23:4
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento”.
De alguna u otra manera, en algún momento de la vida, nos encontramos acarreando nuestra cruz.
Esdras (escriba) y Nehemías (copero del rey Artajerjes I) fueron llamados por Dios para una tarea específica: reconstruir el Templo y la ciudad de Jerusalén. Ellos sentían pasión por los asuntos del Señor y se ofrecieron voluntariamente para la obra.
A pesar de ser hombres escogidos por Dios, no dejaron de sufrir contratiempos. Ellos debieron cargar con la pesada cruz de enfrentar a los “enemigos” que se oponían a la reconstrucción.
¡Así es! todos en algún momento debemos cargar nuestra cruz. No sé cuál será la tuya, si es la pérdida de un ser querido, de un trabajo, o el de sufrir críticas por tu fe, o sufrir incomprensión o malos tratos o quizás indiferencia y mala comunicación con tu pareja o hijos, o el de permanecer alejado de los seres amados o el de sufrir secuelas por un accidente, o el de padecer falso testimonio, o quizás hayan sido problemas económicos o de drogadicción.
Debido a ello, puede que en algún momento nos sintamos atribulados en todo, pero como creyentes no llegaremos a angustiarnos, o estemos en apuros, pero sin llegar a desesperar, o perseguidos, pero no estaremos desamparados o quizás derribados pero no al punto de ser destruidos (2 Corintios 4:8-9).
Esto es la resultante de confiar que no estamos solos para llevar nuestra cruz. El Espíritu Santo nos ayuda en las debilidades (Romanos 8:26), intercede por nosotros (Romanos 8:26), nos guía por el mejor camino (Juan 16:13), y nos da las fuerzas necesarias y suficientes para atravesar todo valle de sombra de muerte el cual tengamos que enfrentar (Salmo 23:4).
No estamos solos cargando nuestra cruz. Jesús no se desentiende de nuestra carga, carga que él sufrió en carne propia, más siendo Santo, sin culpa. Sino que debemos asirnos de su promesa de que él estará con nosotros todos los días, hasta el fin de los tiempos (Mateo 28:20).
Y si la promesa es de estar todos los días con nosotros, él bien sabe en cada momento lo que nos sucede y esa es razón más que suficiente para enfrentar toda desavenencia con valor y esperanza.
The weight of bearing the cross
Based on: Psalm 23:4
In some way or another, at some point in life, we find ourselves carrying our cross.
Ezra (scribe) and Nehemiah (cupbearer to King Artaxerxes I) were called by God for a specific task: rebuilding the Temple and the city of Jerusalem. They were passionate about the Lord's affairs and volunteered for the work.
Despite being men chosen by God, they did not stop suffering setbacks. They had to carry the heavy cross of facing the "enemies" who opposed the reconstruction.
So is! all of us at some point must carry our cross. I do not know what yours will be, if it is the loss of a loved one, of a job, or of being criticized for your faith, or suffering misunderstanding or abuse, or perhaps indifference and poor communication with your partner or children, or that of staying away from loved ones or suffering the consequences of an accident, or suffering false testimony, or perhaps they were financial problems or drug addiction.
Because of this, we may at some point feel troubled in everything, but as believers we will not get distressed, or we will be in distress, but without despair, or persecuted, but we will not be helpless or perhaps demolished but not to the point of being destroyed (2 Corinthians 4: 8-9).
This is the result of trusting that we are not alone to carry our cross. The Holy Spirit helps us in weaknesses (Romans 8:26), intercedes for us (Romans 8:26), guides us on the best path (John 16:13), and gives us the necessary and sufficient strength to cross every valley shadow of death which we have to face (Psalm 23: 4).
We are not alone carrying our cross. Jesus does not ignore our burden, a burden that he suffered in his own flesh, especially being Holy and without guilt. Rather, we must hold on to his promise that he will be with us every day, until the end of time (Matthew 28:20). And if the promise is to be with us every day, he knows well at all times what happens to us and that is more than enough reason to face any disagreement with courage and hope.
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