El plan de salvación: ¿Serán todos salvos?

Basado en:  Mateo 7:21

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos...”

La salvación va más allá del perdón de los pecados. Incluye todo el propósito de Dios en redimir y restaurar a la humanidad y, por extensión, a toda la creación como cita la Escritura en Romanos 8:22 “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”.

La Biblia revela el plan completo de Dios porque en Él se halla la plenitud; Él mismo es la plenitud de todo, ya que “...en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:9-10).

En su Palabra, se enfatiza la gravedad del pecado como una rebelión contra la autoridad de Dios, nuestro Creador y Señor, y la justicia de su juicio sobre él. Dios no pasará por alto ni a los justos ni a los pecadores, como lo declara la Escritura en Números 14:18 “Jehová, tardo para la ira y grande en misericordia, que perdona la iniquidad y la rebelión, aunque de ningún modo tendrá por inocente al culpable...” y según Eclesiastés 3:17 “Dije en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace”.

Dios, desde antes de la fundación del mundo ya había diseñado su plan de salvación, el cual se cumplió en su único Hijo, nuestro Señor Jesucristo “Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros” (1 Pedro 1:19-20) quien por propia voluntad (Gálatas 1:4) se entregó a sí mismo como sacrificio vicario para que fuésemos liberados de la esclavitud del pecado y la consiguiente separación del Padre Celestial.

Hemos sido salvos únicamente por su gracia y misericordia inmerecida “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).

El Nuevo Testamento nos muestra que, aunque el pueblo de Dios ya ha sido salvado espiritualmente, la plenitud de la salvación aún está por cumplirse. Es lo que solemos llamar el “ya sí, pero todavía no”.

En esta redención final, participará toda la creación. Así como nuestros cuerpos serán transformados, también habrá un cielo nuevo y una tierra nueva, donde reinará la justicia. Solo entonces, sin pecado, la salvación de Dios se consumará completamente en todos los niveles de la creación.

La salvación está en Cristo. Su obra en la cruz nos muestra que somos redimidos únicamente por gracia, una gracia inmerecida, injustificada y profundamente amorosa. No podemos obtener la salvación por méritos propios, sino solo por la fe en Él. Somos salvos solo por gracia, mediante la fe.

El Camino del Perdón y la Restauración

No rechaces al Señor, búscalo mientras pueda ser hallado, incorpóralo a tu vida y a los que amas, pues llegará el tiempo en que ya no lo podrás encontrar, y cuando lo llames, Él dirá: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:21-23).

Arrepiéntete de tus caminos equivocados, de tus desafortunadas decisiones, ya que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9)

Vuélvete al Señor mientras haya tiempo, pues este se está acortando día a día.