El show debe continuar
Basado en: 1 Juan 2:15-16
“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”.
A horas de comenzar en Qatar el mundial de fútbol 2022, las noticias fluyen sin dar descanso. Todo parece estar listo para el espectáculo deportivo más imponente y lucrativo de Medio Oriente, donde el lujo, ni la pompa se han escatimado.
Aunque, no todo se da a publicidad, no todas las noticias son buenas, también se levantan voces de crítica y queja desde los cuatro puntos cardinales del planeta en cuanto a lo que fueron sus recursos humanos. Detrás de todo ese rimbombante espectáculo por delante, una gran “olla” se va destapando, dejando fluir un olor un tanto desagradable que nos hace pensar que no todo lo que reluce es oro. Pero el show debe comenzar, más allá de y a pesar de.
A fin de llevar a cabo la construcción de carreteras, vías de ferrocarril, estadios, hoteles y centros de convenciones, entre otros, se contrataron trabajadores inmigrantes procedentes de Nepal, India, Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka, Filipinas y Kenia, debiendo trabajar en condiciones climáticas de extremo calor, ya que las temperaturas de ese clima desértico pueden alcanzar valores de 43 grados centígrados (109 grados Fahrenheit).
Creo que no es necesario ser un experto, ni un entendido en la materia para darse cuenta lo que significa y conduce trabajar bajo temperaturas de extremo calor. Algunos trabajadores pudieron contar su experiencia, otros no, quedaron en el camino y sus sueños truncados que nunca se hicieron realidad.
Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Siempre se levantarán voces clamando que el “show debe continuar” a pesar de y a costa de.
Pero no solamente en Qatar sucede esto, sino que los inescrupulosos han existido siempre, explotando y sometiendo a los más indefensos y necesitados para sus negocios espurios.
Así es como pululan por doquier talleres clandestinos donde a familias enteras de inmigrantes (incluyendo niños, a pesar de que el trabajo infantil está prohibido), se las obliga a trabajar largas horas en condiciones infrahumanas, o como las pésimas condiciones laborales de los recolectores de hojas de té en la India o las hojas de yerba mate en mí país, o los que trabajan en las minas extrayendo minerales para obtener ese metal tan preciado como lo es el oro, o los que entregan sus “pocos ahorros” a fin de conseguir un “pasaporte trucho” que los ayude a huir de su país en un gomón inflable donde muy probablemente naufrague en alta mar antes de llegar a destino. Estos son solo algunos casos donde para muchos el ser humano es algo “descartable”.
Pero bueno, todo es más de lo mismo. Es la ambición humana por llegar al poder, por tener el dominio, por ganar más y llegar a ser poderoso. Es un mal que se viene repitiendo y pareciera no tener fin, ni límite.
Roguemos que no nos encontremos dentro de esa categoría. Que el Espíritu de Dios nos de sabiduría y discernimiento para evitar “amar al mundo y la vanagloria de la vida”, porque los malos deseos, la ambición, el codiciar todo lo que vemos, el orgullo de poseer muchas riquezas sin importar cómo se obtienen y la arrogancia de la vida, no provienen del Padre, sino de este mundo confundido, perdido y en pecado.
Recuerda, Cristo dejó los lugares celestiales, se despojó así mismo para encarnar como hombre (siendo Dios), para que tú y yo seamos salvos y tengamos vida eterna.
Felices son los que eligen el camino del bien y siguen las enseñanzas del Señor. Bienaventurados los que buscan al Señor de todo corazón y escogen su camino, el camino de la verdad (a pesar del alto precio que haya que pagar), al de la mentira y la corrupción.
No te dejes enceguecer por la ambición “…porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan”. (Mateo 7:13-14).
Dichosos son los que no someten, ni oprimen al prójimo para beneficio propio, ni aceptan ganancias mal habidas, sino los que tienen temor de Jehová y se deleitan en sus caminos y en sus mandamientos.
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