Estamos o no estamos en el mundo, ese es el dilema
Basado en: Juan 17:15-17
“No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
Estar en el mundo, pero a su vez, no estar.
O estamos en el mundo, o no lo estamos.
¿Cómo puede ser eso posible?
Este pasaje significa que, como creyentes en el Señor Jesucristo, y habitar en este mundo, no estamos de acuerdo ni coincidimos con su filosofía mundana, ni nos adaptamos a los usos y costumbres, tendencias y modas que no están de acuerdo a la voluntad de Dios.
Por la fe en el Señor Jesucristo y por su sangre vertida en el madero de la salvación hemos sido adoptados como hijos de Dios, lo que nos lleva a desechar: la ira, los celos, el materialismo, la falta de espiritualidad, el egocentrismo, la ambición desmedida y sin razón, la corrupción, las ganancias mal habidas, la mentira, la rebeldía, la falta de control, la difamación, la falta de misericordia al prójimo y seguramente la lista podría continuar.
Y sí nos lleva a aceptar: todo lo digno, todo lo puro, todo lo verdadero, todo lo que es digno de respeto, todo lo agradable, todo lo amable, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo que sea de buen nombre y, en definitiva, todo lo que de honra y glorifique a Dios.
Por ello, si bien estamos en este mundo, no pertenecemos a él.
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