Jesús es la Luz y la Vida Eterna. En Él hay Esperanza y Victoria
Basado en: Filipenses 2:7-8
“…se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
El capítulo 2 de Filipenses nos presenta una poderosa descripción del sacrificio de Jesucristo. Este pasaje nos recuerda la inmensa humildad de nuestro Salvador, quien siendo Dios mismo, eligió voluntariamente tomar forma humana y sufrir una muerte indigna en la cruz por amor a la humanidad.
Es un momento sagrado para recordar el sacrificio supremo de Jesucristo, quien vino a este mundo para restaurar nuestra relación rota con el Padre a causa del pecado. Su muerte vicaria en la cruz fue el acto definitivo de amor y redención, que nos ofrece la esperanza de la vida eterna y la reconciliación con Dios.
La resurrección de Jesús venció a las tinieblas y nos ofrece la promesa de la luz y la vida eterna. Nos recuerda que, incluso en medio de la oscuridad y el sufrimiento, hay esperanza y victoria en Cristo. Es un recordatorio de que el amor de Dios es más fuerte que la muerte misma y que su gracia es suficiente para ser salvos. Solo nos resta creer, confiar y tener fe.
Es lamentable que a menudo se interprete la Pascua simplemente como una ocasión para disfrutar de unas minivacaciones y saborear un delicioso almuerzo. No es que pensemos que esto sea ofensivo, sino que deseamos que se recuerde el verdadero significado de la Pascua, donde se conmemora la muerte y resurrección de Jesucristo, quien siendo Santo y sin pecado alguno a través de su sacrificio, ofrece gratuitamente su perdón, salvación y vida eterna, a todo aquel que anhela alcanzarlo con sinceridad, humildad y fe.
En un mundo cada vez más egocéntrico, donde no hay lugar para Dios y en donde se confía exclusivamente en las propias fuerzas para encontrar soluciones, es más importante que nunca recordar la verdad de la Pascua y dar la honra que solo Él merece.
Que esta celebración nos inspire a vivir vidas de gratitud, humildad y servicio, recordando siempre el sacrificio de nuestro Señor Jesucristo y proclamando su amor y gracia a todos los que nos rodean.