Jesús, La Unión Perfecta entre Dios y Hombre
La afirmación de que Jesús es 100% Dios y 100% hombre, aunque no se expresa de manera literal en la Biblia, es una doctrina central del cristianismo conocida como la “Unión Hipostática”. Esta doctrina se deriva de varias enseñanzas y pasajes bíblicos que indican tanto la divinidad como la humanidad de Jesús.
Aquí hay algunos pasajes clave que respaldan esta doctrina:
Divinidad de Jesús
Juan 1:1, 14
“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios. [...] Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”.
Colosenses 2:9
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”.
Hebreos 1:3
“Él es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, y sostiene todas las cosas con su palabra poderosa”.
Humanidad de Jesús
Filipenses 2:6-8
“El cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Hebreos 2:14-17
“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo”.
1 Timoteo 2:5
“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
Estos pasajes muestran que Jesús, aunque es divino, también se hizo verdaderamente humano. La doctrina de la Unión Hipostática, formalizada en el Concilio de Calcedonia en el año 451, sostiene que en la única persona de Jesucristo hay dos naturalezas completas y perfectas: una divina y otra humana, unidas sin mezcla, cambio, división ni separación.
En la encarnación de Jesús, los atributos de Su deidad permanecen en la naturaleza divina y Sus atributos humanos permanecen a su vez en la naturaleza humana. Hay momentos en el ministerio terrenal de Jesús cuando él manifiesta claramente su naturaleza humana. Por ejemplo, cuando tuvo hambre, se cansó y fue susceptible al dolor físico. Como verdadero ser humano, su naturaleza humana no poseía omnisciencia. Sin embargo, su naturaleza divina frecuentemente comunicaba conocimiento sobrenatural a su naturaleza humana.
Hubo momentos cuando Jesús dijo cosas que ningún ser humano podría haber sabido. Por ejemplo, cuando Jesús subió a Jerusalén con sus discípulos para celebrar la Pascua y la Última Cena, sabiendo que marcarían el comienzo de su sufrimiento y muerte. Este episodio fue relatado en varios pasajes del Nuevo Testamento:
Entrada Triunfal en Jerusalén:
Mateo 21:1-11 y Lucas 19:28-44 narran la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde la multitud lo recibe con palmas y aclamaciones. Jesús sabía que esta entrada era el cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9.
Predicción de su muerte:
Mateo 20:17-19 “Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará”.
Juan 12:23-27 “Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado... Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora”.
Estos pasajes muestran claramente que Jesús estaba consciente de los eventos que estaban por ocurrir y que estos eran parte del plan divino para la redención de la humanidad. Jesús dijo cosas que ningún ser humano podría haber sabido. Pero esta verdad no significa que la naturaleza divina le comunicara todo a la naturaleza humana.
Por eso, cuando Jesús en Marcos 13:24-32 dice: “Pero de aquel día y de la hora nadie sabe, ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre”, su humanidad era la que estaba hablando. En ese momento, Jesús (desconocedor del tiempo) estaba hablando a sus discípulos pero también a todos los que se sumarían a través de los años, pidiendo que estén atentos, orando y velando porque el tiempo era incierto.
Conclusión
La doctrina de la Unión Hipostática, formalizada en el Concilio de Calcedonia en el año 451, sostiene que en la única persona de Jesucristo hay dos naturalezas completas y perfectas: una divina y otra humana, unidas sin mezcla, cambio, división ni separación.
Los pasajes seleccionados, muestran que Jesús, aunque es divino, también se hizo verdaderamente humano. La doctrina de la Unión Hipostática es un misterio profundo y central para la fe cristiana. Nos recuerda que Jesús, siendo plenamente Dios y plenamente hombre, puede comprender nuestras debilidades y limitaciones humanas mientras ofrece la salvación divina.
Su vida, muerte y resurrección no solo demuestran su divinidad sino también su perfecta humanidad, que le permite ser el único mediador ideal entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Es a través de esta unión perfecta que podemos encontrar consuelo, esperanza y redención.
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