Jesús se daba con todos
Actualizado: 21 ago 2021
Jesús se daba con todos. No hacía diferencia entre unos y otros. Él declaró: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”. (Juan 6:37). Nuestro Amigo no tenía preferencia por una determinada clase social, condición moral, o situación económica. A todos atendía con igual respeto, y a todos servía con la misma solicitud.
No obstante, si con alguien el Señor se mostró particularmente amigable, fue con aquel que buscaba su ayuda y comprensión. La gente “superior” de su tiempo, que creía saberlo todo y no necesitar nada, veía al Maestro con arrogancia y desprecio. ¡Cómo entonces se iban a acercar a él! ¡Para qué!... y así el orgullo y la soberbia los mantenía alejados de la sabiduría Divina de Dios. Gente auto engañada y vacía, pero creyéndose muy elevada y capaz.
Jesús era amigable, y lo era con todos. Los que aceptaban su amistad, ¡cuánta ayuda y bendición recibían! Y los que se mantenían alejados de él, ¡cuánta bendición perdían! A cada uno le tocaba hacer su propia elección. Nadie estaba obligado a seguirlo. Como ocurre hasta hoy: tú y yo tenemos la libertad de seguirlo y ser su amigo, o de no serlo… Pero, ¿no es infinitamente mejor disfrutar de su amistad? Él no te va a señalar con el dedo acusador o te va a dar vuelta la cara o despreciar. Él ansía que te acerques y busques su consejo y le cuentes todo lo que te está pasando, y ¿por qué? Porque él es tu amigo y tu consejero incondicional. Él te ama tanto que hasta su vida dio por ti y por mí.
Búscalo, llámalo a tu vida, recurre a él, no te vas a arrepentir.
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