La Llave para Llegar al Padre
Basado en: Juan 14:6
“Yo soy el camino, la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
El versículo nos revela una de las verdades más profundas del Evangelio. Jesús no solo nos muestra un sendero hacia Dios, sino que Él mismo es el único camino invitándonos a meditar cuatro aspectos clave:
Camino: Jesús es el camino que nos lleva al Padre. No se trata de un simple recorrido físico o de una enseñanza moral, sino de una relación viva y personal con Cristo. A través de Él encontramos dirección, propósito y sentido en nuestra vida espiritual. Solo caminando junto a Jesús podemos estar seguros de llegar a Dios.
Verdad: Jesús es la verdad. Él es la revelación completa y perfecta de Dios. En un mundo lleno de confusión y mentiras, Cristo es la única fuente de verdad absoluta. Conocer a Jesús es conocer a Dios, su carácter y sus atributos, alejándonos de las falsas doctrinas que nos rodean.
Vida: Jesús es la vida. En Él encontramos la vida eterna, pero también vida abundante aquí y ahora. Solo en Cristo hay plenitud de gozo, paz y esperanza. Nos da una nueva naturaleza, transformando nuestros corazones para vivir y actuar conforme a la voluntad de Dios.
El único medio: Este versículo deja claro que no hay otro camino para llegar al Padre. No es por obras, religiones o filosofías que alcanzamos a Dios. Solo a través de la fe en Jesucristo podemos tener acceso a la comunión con el Padre, porque Él es el único mediador entre Dios y los hombres.
Jesús, al declararse “el camino, la verdad y la vida”, nos enseña que nuestra salvación y comunión con Dios dependen exclusivamente de Él. Nos invita a seguirlo, a conocerlo y a vivir en su presencia, sabiendo que solo Él puede guiarnos hacia la vida eterna.
Cuando Jesús vaya a tu encuentro, no te demores en aceptar su llamado. Él te ofrece un camino nuevo, lleno de paz y propósito, una verdad que transforma las tinieblas en luz, y una vida renovada que comienza aquí y se extiende a la eternidad. Abre tu corazón hoy y permite que Él sea tu guía, tu verdad y tu vida. Su invitación está abierta, y no hay mayor bendición que caminar con Él hacia el Padre.
Te invito a orar al Señor con estas palabras:
En este día, Señor, me entrego a Ti en cuerpo, alma y espíritu. Te reconozco como el Señor y Salvador de mi vida. Aunque mis ojos no puedan verte, te acepto por fe, creyendo que por tu muerte en la cruz y tu resurrección, me has dado acceso al Padre y me has concedido vida eterna. A partir de este momento, rindo mi voluntad a la tuya, confiando en tu guía y en tu amor incondicional. Hazme una nueva creación en Cristo, para vivir conforme a tu propósito. En tu nombre, Jesús, Amén.
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