La Omnipresencia de Dios: Reflejos del Salmo 139:7-10
- Rinconcito de la Oración
- 24 jun 2024
- 2 Min. de lectura

El Salmo 139 es una profunda meditación sobre la omnipresencia y la omnisciencia de Dios. En los versículos 7-10, el salmista expresa de manera poética y emotiva la imposibilidad de escapar de la presencia divina, destacando la constante y amorosa vigilancia de Dios sobre nuestras vidas.
El versículo 7 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” plantea una pregunta retórica que establece el tema central de la omnipresencia de Dios. No hay lugar en el universo, ni en el ámbito físico ni en el espiritual, donde podamos escapar de Su presencia. Este reconocimiento puede ser reconfortante y esperanzador recordándonos que nunca estamos solos, más allá de las circunstancias.
El versículo 8 “Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás”. En este caso, el salmista usa extremos para ilustrar la inescapabilidad de Dios. Ya sea en los cielos, el lugar más alto que podemos imaginar, o en el Seol, el lugar de los muertos, Dios está presente. Esto nos enseña que no importa cuán altos sean nuestros logros o cuán bajas nuestras caídas, la presencia de Dios es constante y su amor es inquebrantable.
El versículo 9 “Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar”, aquí el salmista utiliza la imagen de tomar las alas del amanecer y viajar al lugar más lejano al oeste (el extremo del mar) para continuar el tema de la omnipresencia de Dios. Incluso en los lugares más remotos y desconocidos, Dios está allí. Esto simboliza que Su alcance no tiene límites y que Su amor nos sigue a todas partes.
Y finalmente el versículo 10 “Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”, el salmista afirma que incluso en los lugares más distantes y extraños, la mano de Dios nos guiará y nos sostendrá. La “diestra” de Dios es una imagen de su poder y protección. Este versículo proporciona una profunda seguridad: no solo estamos en la presencia de Dios en todo momento, sino que también estamos bajo su constante guía y protección.
No importa dónde estemos o en qué situación nos encontremos, Dios está con nosotros, guiándonos y sosteniéndonos con Su mano poderosa.
Esta verdad debe llenarnos de consuelo y confianza, sabiendo que nunca estamos solos y que siempre estamos bajo el cuidado amoroso de nuestro Padre Celestial.
Que estas palabras fortalezcan nuestra fe y nos impulsen a vivir con valentía y esperanza, seguros de la omnipresente gracia de Dios en nuestras vidas.
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