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La Oración como Faro de Esperanza en un Mundo en Conflicto


Basado en: Mateo 14:23


“Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció”.


De acuerdo a la RAE (Real Academia Española), orar es: “Dirigirse mentalmente o de palabra a una divinidad o a una persona sagrada, frecuentemente para hacerles una súplica”. Pero la oración, es mucho más que una “súplica”. Orar es alabar a Dios con palabras sencillas, que brotan de un corazón rendido y colmado de amor hacia Él.


Jesús, en su ministerio terrenal no estuvo exento de la oración. Él necesitaba de esa permanente comunión con el Padre. No podía concebir su vida, ni realizar sus obras prodigiosas, sin mantener una estrecha y constante relación con Dios. El reiterado testimonio de los Evangelios revelan este hábito ejemplar de Jesús:


1. “Cuando toda la gente se había ido, Jesús subió solo a un cerro para orar. Allí estuvo orando hasta que anocheció”. (Mateo 14:23).


2. “En la madrugada, Jesús se levantó y fue a un lugar solitario para orar”. (Marcos 1:35).


3. “Pero Jesús siempre buscaba un lugar para estar solo y orar”. (Lucas 5:16).


4. “En aquellos días, Jesús subió a una montaña para orar. Allí pasó toda la noche hablando con Dios”. (Lucas 6:12).


De esa frecuente y prolongada comunión, Jesús obtenía la sabiduría, la fortaleza, la respuesta y el poder que le permitieron cumplir su sagrada misión.


Jesús regresaba tan fortalecido, que nació en sus discípulos el profundo anhelo de saber cómo orar. Es así como un día al regresar Jesús de sus plegarias, uno de ellos le pidió “Señor, enséñanos a orar…” (Lucas 11:1), de esa manera Jesús les enseña la emblemática oración que habría de ser modelo para los creyentes de todos los tiempos, el “Padre Nuestro” (Mateo 6:9-13).


Jesús se retiraba para orar y su enseñanza del "Padre Nuestro" como un modelo de oración para todos es un recordatorio poderoso de la conexión que debemos mantener con Dios a través de la oración. La oración no solo implica súplicas, sino también adoración y comunión con lo divino.


En estos tiempos de conflicto y turbulencia en el mundo, recordar el ejemplo de Jesús y su compromiso con la oración nos invita a buscar fortaleza y sabiduría en la comunión con Dios. La paz mundial, es un anhelo de las personas de bien quienes encuentran en la oración una poderosa herramienta para lograrla.


La oración, la compasión, la solidaridad y la misericordia son formas importantes de contribuir a un mundo más pacífico y justo.


Sigamos orando los unos por los otros, sin desmayar (Santiago 5:16; Lucas 18:1).

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