Más Allá de la Apariencia: Sirviendo a Cristo Desde el Corazón
Basado en: Colosenses 3:23-24
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”.
Cuando el apóstol Pablo nos exhorta en Colosenses a “hacerlo todo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”, nos está invitando a vivir con una motivación que nace de lo profundo de nuestro ser, no para buscar aplausos o elogios, sino para honrar a Dios. En cada acción, por pequeña que parezca, está la oportunidad de reflejar Su amor y Su luz.
El mundo valora las grandes gestas y los logros visibles, pero para el Señor, cada gesto en lo secreto y cada servicio silencioso tienen un valor eterno. Jesús criticó abiertamente a los fariseos porque ellos actuaban solo para ser vistos, para atraer la atención de los demás y así ganar una reputación ante los hombres. En cambio, Jesús nos llama a servir con humildad y sinceridad, dejando que sea Dios el que juzgue y recompense.
Cuando hacemos las cosas desde el corazón, ya sea en la iglesia, en nuestro trabajo, o en cualquier lugar, lo hacemos en adoración a Cristo, sabiendo que el Señor ve más allá de lo exterior. No debemos esperar o actuar en busca del reconocimiento humano, sino para vivir en sintonía con Su voluntad, demostrando que, en verdad, es a Cristo a quien servimos. Así, Él transforma nuestras acciones en bendición, no solo para otros, sino también para nosotros, como herederos de Su gracia y Su amor.
Porque no es por obras sino con la intención con el que fueron hechas esas obras.
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