Proverbios 17:15
“El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos son igualmente abominación a Jehová”.
Este versículo es un llamado directo a la justicia divina, la cual se distingue de la justicia humana que muchas veces se ve empañada por intereses, prejuicios y equivocaciones. Es una advertencia contra dos actitudes que Dios considera abominables: justificar lo que es malo y condenar lo que es bueno.
En nuestra vida cotidiana, ¿cuántas veces nos enfrentamos a situaciones en las que podríamos caer en alguno de estos extremos? A veces, por temor a la crítica o por quedar bien con otros, justificamos lo que claramente sabemos que está mal. Otras veces, quizá por envidia, ignorancia o falta de discernimiento, condenamos a quienes realmente están haciendo lo correcto.
El mensaje de este proverbio nos invita a reflexionar sobre la pureza de nuestro juicio. ¿Estamos siendo imparciales y basándonos en la verdad, o estamos dejando que nuestras emociones y preferencias definan lo que llamamos “justo”? Dios nos recuerda que Él es el Juez perfecto, que discierne los corazones y conoce todas las intenciones.
Es un llamado a examinar nuestro proceder, nuestras palabras y nuestras decisiones. Antes de justificar o condenar, debemos preguntarnos: ¿Esto agrada a Dios? ¿Estoy reflejando Su justicia y Su carácter?
Que este versículo nos inspire a buscar constantemente la sabiduría divina, para ser instrumentos de Su justicia en un mundo que tan a menudo confunde el bien con el mal. Recordemos que agradar a Dios implica amar lo que Él ama y aborrecer lo que Él aborrece, siempre con humildad y un corazón dispuesto a corregirse.
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