Salmos 3:1-8 Salmo del rey David, cuando huía de su hijo Absalón
No temas lo que el hombre puede hacerte, solo teme a Dios.
Tú eres mi refugio y mi escudo contra los dardos del enemigo.
Tú eres mi amparo en medio de la adversidad y solo en ti hay salvación.
Si estoy desconsolada y abatida, solo tú eres el que levanta mi cabeza y da ánimo y fuerzas para seguir adelante en este mundo cada día más incomprensible.
Tú eres mi gloria, mi anhelo, mi eterna esperanza.
Solo a ti clamo en mi dolor y en mi angustia y aunque el silencio me abrume porque no te escucho o vea, sé que estás ahí y sabes lo que me pasa aún antes de que mis palabras salgan de mi boca en oración.
Solo en ti esperaré.
No temeré a los que critican o inventan cosas de mí, solo a ti temeré.
Tuya en la venganza, tuya es la gloria y solo tuya la salvación.
Solo a Dios sea la gloria.
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