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Sea el Señor el que gobierne el timón de nuestro barco

Basado en Santiago 3:4


“Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere”. Santiago 3:4


Hay momentos cuando leemos las Escrituras, o escuchamos la letra de alguna canción, u observamos un afiche en la calle, o leemos alguna noticia, o quizás a través de algún comentario, cuando sentimos algo especial, que nos conmueve. Es ahí cuando nos percatamos que Dios se está queriendo comunicar. Lo sentimos como un mensaje personal y es muy probable que así sea, que Dios nos esté queriendo decir algo en particular, quizás como advertencia, o que cambiemos de rumbo, o que sigamos confiados adelante. Dios es el que abre puertas y el que las cierra, todo para nuestro bien.


Tomemos ese momento como un privilegio, un honor, con seriedad y responsabilidad. Escuchemos atentamente en nuestro corazón el mensaje. Quizás sea una oportunidad para recibir su guía y su consejo para manejar alguna situación.


Personalmente, creo que al despertarnos y antes de comenzar el día debiéramos hablar con Dios. Agradecerle un nuevo día, comentarle nuestros sueños, preocupaciones y anhelos y pedirle dirección para ese día. Es necesario encomendarnos cada día a nuestro Padre para que nos guarde y libre de todo mal y para que nos guíe en ese día. Dios es el que restaura nuestras fatigadas almas y nos renueva para enfrentar un nuevo día a través de la oración.


La mañana es como el timón de nuestro día; la manera como comencemos encauzará toda nuestra dirección.


Que sea nuestro Señor el que gobierne el timón de nuestro barco cada día y de esa manera llegar a puerto seguro.

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