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Sin Miedo ni Vergüenza: Comparte la Palabra de Dios con Poder, Amor y Dominio Propio



Basado en: 2 Timoteo 1:7-8


 “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios”.

 

Este pasaje nos recuerda que Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, amor y dominio propio. Esto significa que, como creyentes, no debemos dejarnos dominar por el miedo o la vergüenza al compartir nuestra fe delante de los demás. En lugar de eso, debemos confiar en la fuerza y el amor que Dios nos ha dado.  Es por ello que en este pasaje, Pablo anima a Timoteo a no tener miedo ni vergüenza de compartir el evangelio ya que Dios nos ha dado:

 

1.     Espíritu de Poder: Dios nos ha equipado con su poder para enfrentar cualquier desafío. No estamos solos; su Espíritu Santo nos da la valentía y la fortaleza necesarias para hablar de nuestra fe, incluso en situaciones difíciles. Si nuestro temor es cómo y de qué manera vamos a hablar, o qué palabras van a salir de nuestra boca ya que no tenemos facilidad de palabra, en ese preciso momento de compartir la palabra de Dios, Su Santo Espíritu pondrá sobrenaturalmente palabra en nuestra boca.


2.     Espíritu de Amor: El amor es una fuerza poderosa que puede superar cualquier barrera. Cuando compartimos la palabra de Dios con amor, tocamos los corazones de las personas de una manera profunda y significativa. Este amor debe fluir más allá de las convicciones de fe que pueda tener la persona o incluso cuando su mente se encuentre cerrada o negada al evangelio. El amor nos motiva a preocuparnos por el bienestar espiritual de los demás y a perseverar en nuestra misión de compartir la palabra de Dios.


3.     Espíritu de Dominio Propio: El dominio propio nos ayuda a mantenernos firmes y constantes en nuestra fe. Nos permite controlar nuestros miedos y ansiedades, y el Espíritu de Dios nos indica en qué momento actuar, dándonos la capacidad de hacerlo con sabiduría y discernimiento.

 

Pablo también anima a Timoteo a no avergonzarse de dar testimonio de nuestro Señor. Esto es un llamado a ser valientes y a no permitir que la opinión de los demás nos impida compartir el evangelio. Al participar en las aflicciones por el evangelio, nos unimos a una larga tradición de creyentes que han enfrentado desafíos por su fe, pero que han encontrado en Dios la fuerza para perseverar.


En resumen, este pasaje nos invita a vivir con valentía, amor y autocontrol, confiando en que Dios nos ha equipado con todo lo necesario para compartir su palabra sin vergüenza y sin temor.


Recuerda, nuestra tarea es plantar la semilla, que es la Palabra, en tierra fértil; solo Dios, en Su tiempo perfecto, le dará crecimiento (1 Corintios 3:6).


Dios no olvida ni se tarda, Dios siempre llega a tiempo.



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