¿Solo das credibilidad a lo que ves?
Basado en: Juan 20:29
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron”.
El otro día, se dio la oportunidad de hablar a una persona sobre Jesús. Me escuchó atentamente y finalmente me agradeció con un: “pero yo no creo, solamente creo lo que veo”.
Luego de aquella conversación, me quedé pensando cuántas cuestiones enfrentamos que no vemos, pero no por ello dejamos de creer en su existencia.
Creemos en la curvatura de la Tierra aunque tendríamos que transportarnos a unos 10 o 15 km de altitud para apreciarlo. Creemos en las profundidades del océano aunque no estemos in situ para corroborarlo, como el Abismo de Challenger, en la fosa de las Marianas del Océano Pacífico con una profundidad de 10.924 mts. Podríamos estar navegando sobre el mismo lugar pero aunque no lo podamos ver, sabremos que los científicos aseguran que debajo de ese punto, la profundidad es extrema. Y por lo tanto, creemos, no necesitamos verlo.
Por su lado, los astrónomos calculan que hay unos dos billones de galaxias pero que no son visibles para el ojo humano. Al respecto, Karan Raj médico del Servicio Nacional de Salud Británico, ha explicado que los seres humanos solo pueden ver un pequeño porcentaje de la realidad que hay, y que existe “todo un mundo secreto que no vemos” porque está “más allá de la capacidad evolutiva de nuestros ojos” ya que nuestros ojos no están diseñados para ver todo lo que hay, pero por ello no vamos a dudar de su existencia.
Si quisiésemos ver la Vía Láctea, nuestra galaxia a la noche y a simple vista, resultaría muy difícil. Los fotógrafos profesionales, la captan con cámaras especiales, utilizando una abertura de diafragma determinado, y una velocidad y tiempo de exposición que oscila alrededor de los 30 seg. Por ello, aunque no la veamos a simple vista, se yergue majestuosa y bella flotando y girando en la profundidad del Universo atravesándolo como un arco de brillantes lucecitas.
No tuve la experiencia, ni el privilegio de estar caminando junto al Señor Jesús, ni viví su pasión, ni estuve presente en su resurrección, pero a pesar de ello, no dudo en Su existencia.
Muchos podrán pensar que los ejemplos presentados han sido confirmados y certificados científicamente, pero los creyentes nos caracterizamos en creer por fe y en Su Palabra revelada en las Sagradas Escrituras. Es esa fe que nos permite confiar en Dios, en su Hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo. Confiamos y creemos en el cumplimiento de Su Palabra y en las profecías adelantadas por los profetas aunque algunas aún no se hayan cumplido. Estamos convencidos, más allá de que no lo podamos ver, o de que hayamos vivido la experiencia (Hechos 11:1).
Por ello, el Señor Jesús dice que: “… bienaventurados los que no vieron, y creyeron”. Porque nos es necesario creer en Jesús, quien entregó y dio su vida a fin de que esa relación rota y perdida con el Padre Celestial fuese restaurada. Solamente Su sacrificio vicario permitió que volviésemos a ser llamados hijos del Dios Viviente y podamos llamarlo Padre Nuestro.
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