Una Consecuencia Menos Esperada
Basado en: Números 20:2-12
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. Entonces Moisés tomó la vara de delante de Jehová, como él le mandó. Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo: ¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado”.
En este pasaje, los hijos de Israel estaban nuevamente sedientos y se quejaron a Moisés y Aarón. Dios instruyó a Moisés que hablara a la roca para que diera agua, pero en lugar de obedecer, Moisés golpeó la roca dos veces con su vara. La desobediencia de Moisés al golpear la roca en lugar de hablarle según la orden de Dios nos muestra que incluso aquellos que han experimentado una relación cercana con el Creador pueden enfrentar consecuencias por no seguir Su voluntad.
La obediencia a Dios no solo es un acto de sumisión, sino también una expresión de confianza en Su sabiduría y amor. Cuando desobedecemos, podemos perder la oportunidad de experimentar las bendiciones que Dios tiene preparadas para nosotros. La desobediencia puede generar consecuencias no solo en el ámbito espiritual, sino también en nuestra vida diaria.
La historia de Moisés nos proporciona una valiosa lección sobre la importancia de la obediencia a las instrucciones divinas las cuales nos ofrecen una guía y dirección para vivir una vida plena y significativa. La obediencia no es solo un deber, sino un camino hacia el bienestar y la prosperidad. Cuando elegimos desobedecer, corremos el riesgo de alejarnos de la voluntad divina, enfrentando obstáculos y dificultades que podrían haberse evitado, como en este caso en que Moisés no manifestó suficiente confianza y honor a Dios al golpear la roca en lugar de hablarle, como se le había indicado, siendo su desobediencia la razón fundamental por la cual no pudo entrar a la tierra prometida.
Esta lección se aplica tanto a hombres como a mujeres, ya que todos somos llamados a seguir los caminos del Señor y a caminar en santidad. La desobediencia puede afectar nuestras relaciones, decisiones y, en última instancia, nuestra conexión con Dios. Sin embargo, en medio de nuestras fallas, la gracia divina siempre está disponible para aquellos que buscan arrepentimiento y retorno a la senda de la obediencia.
Recordemos que la obediencia a Dios no es un peso, sino un camino de amor y confianza. Al seguir Sus mandamientos, encontramos la verdadera libertad y vivimos de acuerdo con el propósito para el cual fuimos creados. Que la historia de Moisés nos inspire a buscar la obediencia en cada área de nuestras vidas, confiando en que la fidelidad a Dios conlleva bendiciones duraderas.
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