"Venid ahora y razonemos dice el Señor"
Segunda Parte
El ritualismo, la invocación y el recurrir a dioses extraños había reemplazado la única y verdadera adoración al Dios de Israel. Ellos habían olvidado la advertencia que Dios les había dado al liberarlos de la opresión y la cautividad en Egipto. Dios les había prometido una tierra nueva que fluía leche y miel (Éxodo 3:17), pero con una condición: “Cuídate de no hacer pacto con los habitantes de la tierra adonde vas, no sea que esto se convierta en tropezadero en medio de ti…” (Éxodo 34:12).
Ellos debían obedecer el mandato de Dios, no debían de entablar relación con los pueblos que habitaban esa tierra: el amorreo, el heteo, el ferezeo, el cananeo, el heveo y el jebuseo, no debían adorar a sus dioses, ni servirlos, ni seguir sus costumbres (Éxodo 23:23-24).
Pero la memoria suele ser muy frágil y acomodaticia y olvidaron a su Redentor. Aunque Dios en su inmenso amor por su pueblo, los llama a la reflexión “Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado?” (Miqueas 6:3), esperando recapacitasen volviendo a Él.
Luego de exhortar a su pueblo a que reconozca su condición, el Señor les hace este llamado “Vengan, vamos a discutir este asunto” y en otra versión dice: “Venid ahora, y razonemos…” (Isaías 1:18). La expresión, razonemos, o vamos a discutir este asunto, es porque Dios está llamando a su pueblo a tomar conciencia de su proceder, de sus pecados para que retornen a Él.
Pero ¿Cómo fue posible que estando tantos años al cuidado del Señor, olvidasen el verdadero rumbo? Pero para un Dios compasivo, había esperanza. El Señor, en su infinita misericordia y amor por su pueblo, decide rehabilitarlo, prometiéndoles: “…volveré mi mano contra ti, y limpiaré hasta lo más puro tus escorias, y quitaré toda tu impureza”. (1:25). No todo estaba perdido, existía la restauración y la posterior reconciliación.
Continuará…
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