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Viviendo Conforme a lo que Dios nos ha Mostrado: Justicia, Misericordia y Humildad


Basado en: Miqueas 6:8


“El Señor ya te ha dicho, oh hombre, en qué consiste lo bueno y qué es lo que él espera de ti: que hagas justicia, que seas fiel y leal y que obedezcas humildemente a tu Dios”.


El Señor nos ha mostrado, de manera clara y accesible, en qué consiste lo bueno. A través de las Escrituras, Él revela Su voluntad, estableciendo un camino de bendición que no busca confusión ni destrucción, sino vida y restauración. Con generosidad y amor, Dios ha hablado por medio de sus profetas y, más que eso, en su Hijo, Cristo, ha abierto el camino hacia la vida eterna. En su deseo profundo de que nadie se pierda, Dios nos llama al arrepentimiento, a la fe en Jesús y a una vida renovada.


En esta invitación, Dios nos exhorta a vivir conforme a tres principios esenciales:


1. Hacer justicia: Dios, siendo justo, no espera menos de nosotros. Actuar con justicia significa tener integridad en nuestras decisiones y tratar a los demás con equidad. Este llamado nos reta a alinear nuestras acciones con Su carácter, defendiendo lo recto y luchando por la verdad.

2. Amar la misericordia: Así como Jesús fue fiel y leal en cada momento de Su vida, también se nos pide ser constantes en nuestra bondad y lealtad hacia los demás. La misericordia no es una simple muestra de bondad, sino una expresión de la naturaleza de Dios en nosotros, que nos invita a ser puentes de Su amor.

3.  Caminar humildemente con Dios: La humildad es la antítesis del orgullo, el cual fue la raíz de la caída de Lucifer. Obedecer a Dios con humildad nos protege de ese orgullo que corrompe, y nos recuerda que dependemos de Él en todo. Jesús, en Su vida terrenal, nos mostró un modelo perfecto de obediencia humilde, buscando siempre la voluntad del Padre.


Este versículo de Miqueas resume maravillosamente nuestro llamado en tiempos difíciles: actuar con justicia en nuestras decisiones, mostrar bondad en nuestras interacciones y mantener una actitud de humildad y dependencia de Dios. Así, avanzamos no con temor, sino con coraje; no con desesperación, sino con esperanza; y no aislados, sino unidos en propósito y amor.


La profecía bíblica no solo advierte sobre los desafíos del futuro, sino que ilumina un camino de esperanza. Es en estos tiempos de incertidumbre donde tenemos la oportunidad de mostrar la verdadera fuerza de un espíritu guiado por la gracia divina.

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