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Y tú ¿cómo reaccionas cuando Dios te habla?


Basado en: Ezequiel 2:5

“Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos”.


Dios no quiere que ninguno perezca (2 Pedro 3:9), lo que explica por qué envió a su profeta Isaías a Judá con severa advertencia a un pueblo obstinado y rebelde, y a Jesús al mundo entero. El deseo de Dios no es destruir sino salvar eternamente, de otra manera, no hubiese enviado a su Hijo al mundo para redimirlo.


Aunque el pasaje haya sido en la época de los profetas, y más precisamente en este caso, de Isaías, hoy sigue Dios anhelando que nadie perezca y que todos se vuelvan a él. Sin embargo, no todos responden afirmativamente cuando son convocados. Algunos permanecen en franca rebeldía, son tercos y reacios ignorando y rechazando Su llamado. No obstante, Dios en su grandiosa misericordia y paciencia, sigue llamando y advirtiendo, dando más oportunidades para que tanto hombres como mujeres se acerquen, escuchen, razonen, se arrepientan y se tornen a caminar en la rectitud de sus sendas.

Pero cuando obstinadamente se permanece en oposición, desobediencia y franca resistencia, el corazón se va endureciendo. Encandilados por el mundo, permanecen enceguecidos negando las señales de advertencia que Dios envía. Entonces, lo que Dios hace por ellos es generar endurecimiento en sus corazones, muy a pesar de que él preferiría que esas señales los sensibilizaran. (Éxodo 7:3-4). Dios le dijo a Ezequiel “Acaso ellos escuchen; pero si no escucharen, porque son una casa rebelde, siempre conocerán que hubo profeta entre ellos”. El papel de Dios es advertir y dar a las personas la opción de elegir el camino correcto.


Con qué finalidad Dios endurece los corazones, muchas veces es difícil de comprender cómo interactúa Dios con el ser humano, y de qué manera se manifiesta su amor, puede resultar complejo. En algunos casos, pareciera que el corazón de las personas se insensibilizan a pesar de las advertencias de Dios y de su amor. Por tal motivo, Dios permite a los rebeldes y obstinados (luego de muchas advertencias) que sigan su errado camino. No es que Dios los empuje a equivocarse, o a tomar una mala decisión, sino que, en su Omnisciencia, sabe los que lo van a escuchar y volver de sus equivocados caminos, y quienes no. Dios es “… el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor…” Dios conoce toda nuestra trayectoria de principio a fin, y como tal, sabe quienes le van a responder afirmativamente y quienes no. Él ya sabe de antemano como tú vas a reaccionar ante Su advertencia.


Es importante tener en cuenta que el hombre como la mujer, tienen la capacidad de tomar decisiones y actuar de acuerdo con su propia voluntad, nadie es un "títere" de Dios. El Señor, llama la atención tantas veces sea necesario y lo hace de diferentes maneras, mientras que las personas tienen la opción de elegir entre su llamado o lo que luego sería elegir su fracaso y caída.


El amor de Dios hacia nosotros es inmutable; nuestra respuesta individual a su amor “es la variable decisiva”.

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